Visto desde fuera
Mirar hacia arriba
El dilema es que mirando hacia arriba se suele acabar pisando la caca del perro. No sé si pillan la metáfora
El diablo reside en los detalles. Y la patronal cordobesa de la promoción de vivienda, imagino, no ha pedido levantar edificios con más de seis plantas porque eso ya puede hacerse. Lo que ha requerido, con tufillo a pactado, es no tener que ... agrupar edificabilidad para ello. Les aburro con los detalles áridos que son los que, en este caso, interesan.
Resulta que cada parcela urbanizable residencial tiene asignada una capacidad que se mide en metros cuadrados techo. Sitio para vivir, en resumen: salones, cocinas, cuartos de baño, balcones… El tope de altura son seis plantas porque, en los años sesenta, la escalera del servicio de Bomberos no daba para más, criterio que usó Rebollo padre, arquitecto municipal, para fijar la altura máxima de las construcciones en Córdoba. Recuérdese que es una especie de canon que tiene muchas excepciones. Hay barrios completos concebidos para edificios de tres plantas que luego se convierten, de forma mágica, en cinco o seis. A Poniente me remito.
Sigamos. Para construir un edificio de catorce plantas donde existe un límite de seis, hay que agregar la edificabilidad (los salones, las cocinas, los cuartos de baño) de varias parcelas. Es decir, concentrar el negocio de varias propiedades en una lo cual es un rollo para la cosa del capital. Lo que quieren los promotores es que se puedan hacer más plantas en cada edificio saltándose ese sencillo paso. Resumiendo: que en un bloque donde caben cuarenta familias puedan entrar diez, doce o quince más. Lo cual genera a su vez más guita por edificio levantado.
El problema se ha planteado de forma simple aunque nada hay sencillo en la viña del Señor. Por ejemplo, el urbanismo se basa, en teoría, en la distribución equitativa de beneficios y cargas. La medida a debate eleva los primeros pero nada dice de las segundas. Y se imagina uno que alguien habrá pensado que más plantas hacia arriba implica más ocupación de subsuelo con las afecciones arqueológicas de todos conocidas. Si no recuerdo mal, hay un barrio entero parado por esta razón.
Y habrá alguien muy listo pensando ya que elevar la capacidad de vivienda de los barrios nuevos -tan deshumanizados- implica más necesidades de colegios, parques más grandes, más rutas de camiones de basura que se van a pagar con tus impuestos, amigo lector. Con el añadido de que el problema, hoy, es que no sabemos o queremos frenar la despoblación de la Córdoba de siempre ante el avance imparable de las piscinas comunitarias. Más viviendas para quién sería una pregunta pertinente en este debate.
El dilema no es de plantas de más porque para eso basta con poner más hileras de ladrillos. Es que mirando hacia arriba se suele acabar pisando la caca del perro. No sé si pillan la metáfora.
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