VISTO DESDE FUERA
Fontanería fina
Miguel Ángel Torrico custodia la olla para que nadie mingite dentro
La crisis de gobierno de Bellido: 15 meses de mandato, algunas evidencias y un error subsanado
![El alcalde mira a Miguel Ángel Torrico, este miércoles](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/09/05/torrico-alcalde-cordoba-RemfJzHJhnDT9H9u6oHbJQJ-1200x840@diario_abc.jpg)
A la memoria de José Luis Blasco,
el hombre que hacía periódicos
El alcalde de Córdoba, José María Bellido, ha cambiado al concejal de Presidencia, que es una cosa que importa a cero cordobeses y cordobesas, usando el idiolecto progresí. Estaba ... Miguel Ángel Torrico, dejó de estar Miguel Ángel Torrico y ahora vuelve a estar el citado Torrico. Cosa que, insisto, no le va a quitar el sueño a nadie salvo al propio Torrico.
Los alcaldes son como los directores de periódico, que a su vez son como los chefs. Un viejo chiste de los periódicos americanos, que son los que hacen chistes buenos, afirma que un director (un alcalde, en este caso) es como ese jefe de cocina que llega al restaurante. Sus empleados llevan diez horas preparando una deliciosa sopa, mimando los ingredientes, cuidando que el fuego sea el correcto. En ese momento, el chef se sube a la olla, se baja la cremallera, orina dentro y grita: «La estoy mejorando».
Los alcaldes necesitan concejales de Presidencia, que son los que tienen la olla a su cargo. Los concejales de Presidencia se dividen en buenos y malos. Los malos son los que animan al alcalde a mearse dentro de la sopa. Suelen glosar la calidad de la orina y aplauden cuando el alcalde ha acabado. Los buenos suelen ser gente de carácter agrio porque protegen la olla a toda costa, lo que suele obligar a tener unas discusiones terribles. Porque el alcalde, por definición, quiere mejorar la sopa aunque eso rara veces pase. En general, la gente tiende a cargarse la sopa porque no entiende de cocina.
El alcalde Bellido, cambiando de concejal de Presidencia, ha reconocido que a su gobierno le faltaba fontanería de la fina. Torrico, mismamente, es un fontanero. La expresión nació también en la política americana, con ciertos matices despectivos. En España, los fontaneros son carísimos, por lo que se les debería tratar con un respeto próximo al de la nobleza. Deberíamos inclinarnos ante los fontaneros, cuyo saludo sale por cien pavos. O más.
Y es que resulta que, cuando te vota mucha gente (que es lo que le pasó a Bellido), se nombra también a muchas personas. Y cuando hay muchos, resulta que algunos te salen buenos, otros te salen regulares y hay otros que acaban siendo un desastre. Los políticos son como los melones. Y como no se trata de ir abriendo en dos a los concejales y a los directores generales para ver si son comestibles, pues lo suyo es nombrar concejales de Presidencia que hagan su trabajo.
Torrico, creo, es de los concejales de Presidencia que custodian la olla para que nadie mingite dentro. Y supongo que se aburría en la Gerencia de Urbanismo que, en general, es un sitio bastante rollo que hace unos parques rarísimos, donde a la gente le dan golpes de calor. Bellido necesitaba que alguien le guardase el guiso. Porque, queridos contribuyentes, la cocina no se vigila sola.
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