Apuntes al margen
Colecor: ¿De qué naves me habla?
Una empresa quiere que el Ayuntamiento de Córdoba cumpla una sentencia de 2017
Llevan al juzgado la inacción municipal con la Colecor
![Rafael Gómez, en 2011, dentro de las naves](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/01/04/colecor-naves-cordoba-RATY8nHndVgkt7uwVWwpC6O-1200x840@abc.jpg)
Debería el Ayuntamiento de Córdoba de hacerle caso a los clásicos (incluso a algunas religiones orientales) que entienden el tiempo como un procedimiento circular. Un filósofo le llamó el eterno retorno a esa advertencia pagana de que no hay manera de librarse de las ... cosas. Fue Marx, Carlos, quien aseveró que la historia se repite primero como tragedia y después como farsa. Y al escritor y periodista agrario Mark Twain, cráneo 'previlegiado', a quien correspondió la apostilla: «La historia no se repite pero rima». Todo lo que ocurre, lector, nos acaba sonando. Basta con haber vivido o leído lo suficiente para poder contarlo.
El Ayuntamiento ha estado ignorando durante años la sentencia, más firme que el amor de una madre, sobre las naves de Colecor. De cordobesas maneras, los sucesivos titulares del poder municipal decidieron pasar de la presencia de las naves construidas por Rafael Gómez, en adelante El Ausente, tras concluir los tribunales la ilegalidad de la ordenación muñida por la entonces consejera Rosa Aguilar, avalada por el PSOE local de Juan Pablo Durán y asumida como propia por el entonces regidor, el fallecido Andrés Ocaña, y su teniente de alcalde de la cosa, Paco Tejada.
Hete aquí que una animosa empresa del sector de los bienes raíces ha decidido lo que el poeta llamó, en un verso de indudable calidad lírica, joder la marrana. Lo ha hecho instando al alto tribunal andaluz -que emitió el fallo- a que haga cumplir lo establecido en el mismo.
Es decir, a sacar el tóxico expediente de la Colecor de la montaña del olvido en el que había sido cuidadosamente depositado. Que se imagina uno que existe un archivo municipal de las cosas enterradas. Un laberinto borgiano de bibliotecas no construidas, de calles por reparar, de multas pendientes de cobro. De naves irregulares por regularizar. De muertos en el armario.
La empresa ha pedido expresamente al tribunal que, visto lo visto, acote el tiempo de respuesta a seis meses. Que en medio año se encuentren solventados los obstáculos que aquejan a un plan especial, el de la carretera de Palma, que tiene un elefante (qué digo uno, ¡cientos!) en la habitación. Y que se apruebe, al fin, una norma de general conocimiento que permita el uso y disfrute de las haciendas particulares de esa parte de Córdoba, que al parecer es tóxica.
Está por ver, porque no se ha decidido a la hora de escribir estas líneas, que el tribunal vaya a conceder la ejecución de sentencia solicitada. La verdad verdadera es que un gobierno municipal responsable (y con mayoría absoluta, que siempre ayuda) debe de regresar el expediente de la Colecor al sótano húmedo, a la catacumba oscura, del que ha sido rescatado en estos días.
El Ausente ya ni pincha ni corta. Rosa Aguilar está jubilada en su cargo honorífico de presidenta de los socialistas católicos andaluces. De todo aquel follón, solamente está en activo Luis Planas porque ese hombre está hecho de acero inoxidable. El alcalde actual y su numeroso equipo (lo que podríamos llamar La Corte de Capitulares) era un novicio popular cuando pasó lo que pasó. Y las naves parece (porque estas cosas nunca están claras) que están en manos del brazo inmobiliario de un banco.
A cuento de qué, podemos preguntarnos, hay que mantener, con juzgado o sin él, la estrategia de volver la cara cada vez que se pasa camino de Villarrubia preguntando, como el que se hace de nuevas, que de qué naves de Colecor me está usted hablando.
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