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EL NORTE DEL SUR

Verde

En estas tres décadas, apenas lo único que ha crecido en El Arenal ha sido la portada

Manuel Ruiz de Adana: «El estrés climático no tardará en pasarle factura al turismo en Córdoba»

Chicas vestidas de gitana se protegen contra la lluvia VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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Está empezando a llover en el centro de la ciudad. Las primeras gotas de la tarde amenazan con suspender la tercera corrida de Feria. Roca Rey disfruta de la puerta grande del Coso de los Califas y Finito no sabe si ceñirse el vestido de torear.

En Las Tendillas acabo de cruzarme, en la sobremesa, con turistas con forros polares, con repartidores de comida rápida protegidos con ponchos y con dos chicas vestidas de gitana y abrigadas con anoraks sin mangas que no dejaban ver el encaje de sus mantoncillos. En la madrugada del sábado al domingo hacía en Córdoba un frío de finales de febrero, un aire hosco y antipático que helaba las manos de los motoristas y los tobillos sin calcetines de los jóvenes que se dirigían a El Arenal por el puente de Miraflores.

Desconozco qué tiempo hizo en la última Feria que se celebró en La Victoria: de esa edición final hace ahora treinta años. Sí sé que lo que se impuso en las citas inaugurales en el entonces nuevo emplazamiento de la fiesta de La Salud fue que, a falta de sombras, lo que iba a quitarle el calor a los feriantes era el microclima. Si en la Expo 92 había triunfado el ingenio para domesticar los rigores del termómetro a ver por qué no iba a poder funcionar aquí. No es que estas tres décadas hayan sido fértiles allí en la explanada de la bulla y del rebujito: lo único que ha crecido es una portada muy grande. Porque los arbolitos siguen siendo eso, arbolitos, con contadas excepciones.

Dice el catedrático de Ingeniería Energética de la UCO, Manuel Ruiz de Adana, que el cambio climático va a darle fuerte al turismo más pronto que tarde. A la Feria, por lo pronto, ya la ha trastocado. Entrar a una caseta a bailar reguetón ya es de por sí una grosería. Si encima tienes que hacerlo con un paraguas en la mano o con un chubasquero anudado en la cintura el ridículo está cantado.

Cómo será la cosa que hasta el Ayuntamiento es consciente del problema. No puede ser casualidad que Emacsa vaya a construir en el Balcón del Guadalquivir, a unos cientos de metros de donde ponen el Ratón Vacilón y el Córdoba CF pierde partidos, un tanque de tormentas. Con razón dijo el alcalde el otro día en el Zumbacón que «la emergencia climática» está aquí, y pocos antes en Fleming que quiere hacer un área de descanso vegetal entre Santa Teresa de Jornet y Torrijos. Ciudadanos machaca con su proyecto de 'islas sombra' para caminantes. Hurtado y Juan(ito) Hidalgo arriman también lo que pueden a lo verde, que es la tendencia, el motor de la campaña.

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