EL NORTE DEL SUR
Urbanidad
Tenemos un problema y el Ayuntamiento lo sabe
Verbena de Colón: la Policía Local pone 15 multas por botellón y dos por orinar en la plaza

A los apellidos los carga el diablo: el primero del concejal de Festejos es Urbano, y el hombre ha tenido que pedir disculpas a los vecinos de Santa Marina por el evidente trastorno a la vida ciudadana y hasta doméstica que la velá ... de la semana pasada causó por la aglomeración de jóvenes y en concreto por el botellón, que es una cosa que pensábamos que estaba en desuso pero no: no había nada más que darse una vuelta este sábado por la noche por los alrededores de la plaza de Colón —con sus jardines con las cancelas echadas para evitar la concentración de jóvenes— para comprobar que el hábito sigue vivito y coleando.
En las tiendas de chinos de la avenida de Las Ollerías había colas de chavales para proveerse se bebida a un precio económico, y los parterres de la cuesta de San Cayetano lucían restos de vidrios con bastantes grados desde que la noche empezó a ser noche. En la velada anterior, la del viernes, la Policía Local puso quince multas por consumir bebidas alcohólicas en la vía pública en las cercanías del intercambiador de autobuses de Colón, donde la fiestas en honor a la Merced habían sacado barras de metal y altavoces folclóricos a la calle.
Tenemos un problema y el Ayuntamiento lo sabe. Y chirría justo en el momento en el que las oficinas municipales están sacándole brillo a un nuevo documento de gestión del casco histórico y, sobre todo, cuando aún hay en la ciudad una nutrida representación de las delegaciones de la Organización de Ciudades Patrimonio Mundial (OCPM), a cuyo consejo de administración ya pertenecemos. Podemos darle una vueltecita al alcalde de Quebec por la Judería o invitarlo a un ágape al Alcázar y seguro que el hombre se va a coger el avión de vuelta encantado de la vida, porque no es para menos.
Pero los problemas de siempre siguen ahí: no hay agentes de Policía suficientes ni documentos de planificación y control de la zona antigua de la capital con páginas de análisis y propuestas suficientes para erradicar un mal que anida en el domicilio de cada uno, y no sólo porque las voces de las canciones folclóricas entren sin medida por la ventana. Es en casa donde hay que aprender y enseñar qué es la urbanidad.
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