EL NORTE DEL SUR
La silla vacía
Alguien tendrá que explicar qué hacía una alimaña suelta en mitad de la noche con un cuchillo en el ala y buscando bronca en El Arenal
La Junta de Andalucía asegura que se cumplió la Ley del Menor con el presunto autor del asesinato en Córdoba
El presunto autor de la muerte del joven apuñalado en Córdoba estaba fugado de un centro de protección de menores
Oye , que necesitamos un poco de hielo, y ya que estamos nos podríais echar algo de esa botella, que andamos cortos de material, colegas. ¿Ah, que no? Pues verás ahora, te vas a enterar. Tras, tras, tras. Algo así sucedió el pasado sábado por la noche ... en El Arenal. Y de nuevo una silla vacía en un aula de un instituto de la ciudad. Y la ausencia. Y las preguntas. Por qué fue allí justamente y a esa hora en particular a celebrar el cumpleaños. ¿Es que no había más sitios, es que no había más días? Pues no. Hay cosas que no tienen respuesta. O que las tienen y son demasiado dolorosas para hacérselas en serio. Una vida que ni siquiera era joven cortada de raíz y para siempre. Una familia partida por la mitad, herida con un dolor sin consuelo posible.
Los compañeros del chico que acuden a clase el lunes siguiente al suceso con sus mochilas y con sus botellas de agua, con sus anoraks y con sus cuadernos, y que se abrazan en el patio porque están empezando a echar de menos a Alejandro, un buen chaval, sensato, callado, prudente, deportista, querido por los suyos. Todo lo que tenía por delante deja paso a un vacío inexplicable.
La mala suerte, claro. Pero algo de lo que está en nuestra mano sí que ha fallado. Por ejemplo: qué hacía un pájaro que había estado hasta hacía nada internado por amenazar a sus padres, y sobre el que hay sospechas fundadas de arrastrar un trastorno mental serio, suelto en mitad de la noche, con un arma blanca letal debajo del ala y buscando bronca en el solar de la Feria. La autoridad competente asegura que ha cumplido a rajatabla la Ley del Menor, la ley del menor agresor querrá decir y además tendrá que demostrarlo, y no la que tendría que haber protegido a la víctima, porque a ver quién convence a los pobres padres del chico que ha fallecido de que todo el mundo hizo lo que estaba bajo su responsabilidad para evitar el crimen. El riesgo cero no existe, los accidentes son inevitables no pocas veces, mas resulta evidente que alguien no calibró el peligro, que erró en sus cálculos, que minusvaloró el riesgo. Y pasó lo que pasó.
No es secundario, tampoco, el debate acerca del modelo del ocio juvenil, como ha expuesto el alcalde con acierto. O hablando con claridad: si no es necesario que los políticos y los padres y las madres —que somos tú y yo— nos planteemos si hay que seguir viendo con naturalidad que lo normal es que nuestros hijos aún adolescentes decidan que para soplar las velas tienen que servirse unos cubatas de saldo a la vera del río, allí donde hay poca luz, poco tránsito ciudadano, la policía justa y el terreno resulta propicio para que una alimaña afile sus colmillos asesinos y acabe por dinamitar en un instante todo lo bueno y bello que anidaba en Alejandro. Que era el hijo de otros pero que podría haber sido el tuyo o el mío.
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