EL NORTE DEL SUR
Carmen
Con lo de las puertas giratorias le han dado donde más le duele y en plena promoción de su libro
Carmen Calvo: «Las chicas jóvenes están desorientadísimas con el sexo. Hay que hablarlo con libertad y franqueza»
![Calvo, durante la presentación de 'Nosotras' en Madrid](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/02/18/carmen-calvo-cordoba-RMrg8xciy4yhgcpUxl2hbUL-1200x840@abc.jpg)
Igual está al caer. Que el personal de la Biblioteca Central —de la nueva, de la Grupo Cántico, ya habrá tiempo de hablar y de escribir cuando lleve un tiempo funcionando— coloque el libro que acaba de presentar Carmen Calvo en ... los expositores dedicados al feminismo de la primera planta del edificio de El Marrubial, y que llevan allí años y con más espacio o casi que los de las nuevas adquisiciones de la literatura universal.
Esta mujer ha vuelto a liarla. Ella no se muerde la lengua. Lo de las puertas giratorias le toca donde más le duele. Y en lo que más defiende. Desde hace tiempo, mucho tiempo. Cuando Rosa Aguilar se cambió de la acera de IU a la del PSOE, o desde antes incluso, la ahora expresidenta del Gobierno y entonces ya con una andadura importante en la Junta de Andalucía no paraba de afearle a la alcaldesa del momento el vaivén de sus siglas y esa sensación que daba de estar siempre a lo que le saliera en la política porque fuera hacía demasiado frío y no había nadie y ni nada —un puesto en excedencia, una plaza universitaria— que la fueran a abrigar. «Yo sí tengo adónde volver, yo no estoy en esto porque no tenga otra cosa para ganarme la vida», se despachaba la política de Cabra con una sonrisa que lo decía todo y mirando de reojo al despacho principal de la calle Capitulares.
Ahora la están poniendo a caldo porque ha aceptado la presidencia del Consejo del Estado y todo en medio de la promoción de un ensayo sobre el feminismo que no es estrictamente del gusto del gabinete de Pedro Sánchez. En lo que parece que se empeña Calvo con su libro es en poner un poco de sensatez en el debate. «Mi feminismo, del que yo vengo y en el que estoy, es el de los problemas reales de las mujeres», asegura la exministra, cuyo discurso tiene toda la traza de incardinarse más en el feminismo de la igualdad que en el de la diferencia, en el que no considera al hombre un enemigo porque sí sino que le concede la sensibilidad de ponerse del lado de las causas de las mujeres. Está de vuelta y además encumbrada, recuperada del arreón que vivió en la pandemia, a salvo del fango de la política del argumentario al llevar a gala haberse abstenido en la votación de la 'ley trans' que promovieron los suyos. Lo tiene claro: no se despeina cuando dice que ser mujer es ser ella. Carmen.
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