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Cultura

La Orquesta de Córdoba cumple tres décadas de música, pedagogía y excelencia

ANIVERSARIO

Nació con tensiones y algún acalorado debate plenario y se ha convertido en uno de los estandartes culturales

Miles de conciertos, decenas de discos y colaboraciones fijan una vocación didáctica que ha dejado frutos

La Orquesta de Córdoba presenta una ambiciosa temporada con 28 conciertos

La Orquesta rescata e inmortaliza en disco la zarzuela '¡Viva Córdoba!'

Imagen promocional de la Orquesta de Córdoba en 1992 Manuel Ángel Jiménez

Félix Ruiz Cardador

Córdoba

Avanzaba octubre de 1992 cuando el director cubano Leo Brouwer, ya por entonces célebre en todo el mundo como compositor y guitarrista, alzó por vez primera la batuta de la Orquesta de Córdoba en un concierto oficial. Treinta años se acaban de cumplir ahora de aquel inolvidable 29 de octubre, en el que se incluyeron en el repertorio partituras de Beethoven, Britten, Rodrigo o Copland y que contó en el Gran Teatro con dos padrinos de excepción: el añorado pianista cordobés Rafael Orozco, que moriría cuatro años después, y el compositor y dramaturgo Adolfo Marsillach, fallecido en 2002.

Desde entonces hasta ahora, la Orquesta ha sido un estandarte de la cultura cordobesa y una embajadora de la Marca Córdoba mucho antes de que se comenzase a hablar de ella. Se acumulan en este periodo grandes conciertos y extensas temporadas de abono, óperas y zarzuelas, medio centenar de grabaciones de discos, colaboraciones con grandes artistas internacionales, giras y sesiones didácticas que han propiciado que miles de cordobeses amen hoy la música clásica y entiendan su valor y su belleza.

Rafael Orozco y Leo Brouwer, en el concierto inaugural Manuel Ángel Jiménez

Hablamos por ello de una historia de éxito, que no habría sido posible sin el impulso del Ayuntamiento de Córdoba y de la Junta de Andalucía, cofinanciadores del proyecto durante estas tres décadas, y sin el esfuerzo de cientos de personas, desde los cinco directores que ha tenido y las decenas de músicos a los gerentes y los profesionales de administración.

Como todo proyecto, la Orquesta ha pasado también por momentos de zozobra, especialmente motivados por los problemas de financiación que supuso para el sector cultural la gran recesión de 2008 y los más recientes que provocó la pandemia, pero pervive como uno de esos contados galeones de la cultura cordobesa que logran resistir la incertidumbre del siglo XXI.

La prehistoria de la Orquesta la conoce bien el exconcejal de Cultura y catedrático de Piano Juan Miguel Moreno Calderón, colaborador estrecho de desde sus inicios. El origen está en 1985, que fue declarado por la Comunidad Europea como Año Europeo de la Música.

El consejero de Cultura, Juan Manuel Suárez Japón,; el alcalde, Herminio Trigo, y el primer director de la Orquesta, Leo Brouwer, en una comparecencia Manuel Ángel Jiménez

Según explica Moreno Calderón, España tenía por entonces graves carencias en este aspecto y esa celebración se entendió como un compromiso que se alargó durante varios años. Es la época en la que el Gobierno y la Junta apostaron de forma decidida por crear conservatorios y orquestas, que en Andalucía se produjo al comienzo de la década siguiente y con el catedrático sevillano Juan Manuel Suárez Japón en la Consejería de Cultura.

Según recuerda Moreno Calderón, en Córdoba ese movimiento encontró buena sintonía con el gobierno municipal de Herminio Trigo, un alcalde que siempre tuvo la transformación cultural de la ciudad en el centro de su agenda política.

Junto al gran repertorio, los compositores españoles e hispanoamericanos estuvieron en los conciertos desde el inicio

Y así fue como comenzaron las negociaciones, en una situación que Moreno Calderón recuerda como «peliaguda», pues el nacimiento de la Orquesta de Córdoba suponía que perdían su sentido de ser agrupaciones como la Orquesta Ciudad de Córdoba. «Trascendió de lo cultural y fue un tema de ciudad, con varios plenos de notable controversia», rememora Moreno Calderón.

Pese a ello, la decisión de fundar la Orquesta fue firme bajo el acuerdo entre la Junta y el Ayuntamiento, que se vertebró en lo jurídico en un consorcio. Decisión clave en ese instante fue poner al frente de la formación al cubano Leo Brouwer, su director fundacional y hoy emérito, que ya por entonces era un compositor y guitarrista de fama internacional y un símbolo de la cultura cubana.

Rafael Orozco, con la Orquesta de Córdoba, en el concierto inaugural Manuel Ángel Jiménez

El siguiente paso fue abrir el proceso de selección de los músicos, que como recuerdan hoy los más veteranos se produjo en el caluroso verano de 1992, el estío de la Expo de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona.

Muchos de los profesionales pisaban Córdoba por vez primera en sus vidas, sin saber que aquí residirían durante tres décadas. Es el caso de la percursionista valenciana Cristina Lloréns, a la que, según explica a ABC, le llegó la noticia por el director de su banda en su tierra natal.

«La Orquesta nació en momento de compromiso de España con la música y dentro de un debate de ciudad»

Juan Miguel Moreno Calderón

Ex concejal de Cultura y catedrático de Piano

«Mandé mi solicitud por fax, que entonces no había correo electrónico, y en julio logré la oposición», recuerda. El mismo caso es el del trompetista Arturo García, que recuerda la sorpresa por las altas temperaturas de Córdoba cuando hizo la prueba un 22 de julio y el gran ambiente que se creó, «pues casi todos éramos muy jóvenes».

La Orquesta comenzó con una edad media de 28 años y con un 60% de músicos españoles, algo muy infrecuente en ambos casos, y el propio García recuerda que había un músico que ni había cumplido la mayoría de edad. «Leo apostó por la juventud y fue genial», rememora.

La ilusión, según explica Cristina Lloréns, desbordaba los ensayos previos al primer concierto, que duraron tres semanas. «Leo Brouwer estaba en un momento muy importante de su carrera, completando un ciclo como director tras triunfar como compositor y guitarrista, y el ambiente que se creó fue de máxima ilusión entre los músicos, pues la mayoría éramos muy jóvenes, en una nueva ciudad y con circunstancias similares», recuerda.

Aunque también pesaba la responsabilidad. Según señala Arturo García, «yo ya había hecho algunas colaboraciones con la Orquesta de Mallorca, pero ahora tenía que ejercer de trompetista solista y, aunque estaba muy feliz, también sentía esa responsabilidad».

La media de edad era de 28 años, con muchos músicos españoles seleccionados en el verano de 1992

El primer concierto de presentación, con la colaboración de Marsillach y Orozco, fue el momento de culminación de esa etapa previa, pero luego comenzó un periodo inicial que no fue sencillo. De hecho, las primeras temporadas registraron aforos discretos y las propuestas de piezas contemporáneas, que eran una apuesta clara de Brouwer, supusieron también un reto para un público que estaba aún en formación. El propio director cubano decía en 1994 que le gustaría que la ciudad sintiese la Orquesta como suya, algo que tardó en lograrse.

La consecución de este objetivo llegaría con los años y a través de cientos de conciertos. Temporadas de abono y actuaciones especiales en el Gran Teatro, cada vez más ambiciosas, pero también en iglesias y en los municipios de la provincia, a lo que se unió desde el inicio una destacada vocación didáctica.

La Orquesta fue poco a poco ganando público hasta llegar lograr aforos llenos en 1995 con la 'Novena' de Beethoven o con 'Carmina Burana' en la Navidad de ese año.

También definió la Orquesta en ese periodo no sólo su vocación didáctica, sino su apuesta por la música de compositores españoles e hispanoamericanos, algo que siempre la ha identificado.

«No es solo una de las grandes embajadoras de Córdoba, sino que la forma un grupo humano maravilloso»

Pablo García-López

Tenor

Eso unido a la difusión del repertorio universal desde el Barroco y una especial atención a los compositores contemporáneos son sus señas de identidad. A la marcha de Brouwer, en 2001, la Orquesta ya tenía su propio sello, que luego fueron matizando los siguientes responsables de la formación, pero sin perder de vista esa propuesta fundacional.

Los años siguientes, ya en el siglo XXI, serían los de la consolidación definitiva con constantes grabaciones, colaboraciones internacionales y conciertos que quedan en la memoria de todos los melómanos que han asistido a sus cerca de 2.000 actuaciones.

En estos años, la Orquesta ha llevado el nombre de Córdoba a grandes auditorios internacionales de Viena, Praga o Atenas y también a los españoles, como el Auditorio Nacional y el Teatro Real de Madrid, el Baluarte de Pamplona, el Lope de Vega y el Maestranza de Sevilla, el Falla de Cádiz, el Campoamor de Oviedo o el Arriaga de Bilbao.

Sin olvidar tampoco grandes espacios patrimoniales como la propia Mezquita-Catedral de Córdoba o el Monasterio de El Escorial. Actuaciones en las que los músicos de la Orquesta han podido colaborar con grandes nombres de la música actual como Vicente Amigo, Joan Manuel Serrat, Carmen Linares, Raphael, Estrella Morente o Santiago Auserón.

El pianista Rafael Orozco participó en el concierto inaugural con el 'Emperador' de Beethoven

Y en las que también han estrenado de forma absoluta obras de compositores como Tomás Marco, el propio Leo Brouwer, Joan Albert Amargós, Jesús Villa Rojo, María Teresa Prieto o el cordobés Lorenzo Palomo.

En cuanto a discos, son muy recordados el que grabaron con Vicente Amigo en homenaje a Rafael Alberti, el del tributo a Andrés Segovia o los que grabaron con Javier Ruibal, con Roque Baños o recopilando el legado de varios compositores españoles contemporáneos u olvidadas zarzuelas. Incluso han trabajado en bandas sonoras de cine y en el recordado 'El Conciertazo' de RTVE.

Cabe destacar por último la importancia que la Orquesta ha tenido en la promoción de los nuevos talentos de la música clásica y la ópera cordobesa al ser también desde sus inicios una orquesta 'de foso'. Así lo explica por ejemplo el tenor cordobés Pablo García-López, hoy habitual en los mejores teatros españoles y europeos pero que recuerda debutó «gracias a ellos, al premio Mozart que me dieron en 2006, cuando yo era un niño».

«No hemos dejado de colaborar en todos estos años, de tener una relación muy intensa y muy bella, con ellos y con sus directores titulares», explica.

«La Orquesta es un pilar de la cultura cordobesa y debería ser más cuidada por las instituciones»

Auxiliadora Toledano

Soprano

García-López añade que la Orquesta no es que sea solo «una gran embajadora de la cultura de Córdoba, sino que es también un grupo humano maravilloso, con el que yo he vivido algunos de los momentos más bonitos de mi carrera». «Se merecen todo mi amor, mi apoyo y mi cariño y ojalá celebren juntos muchísimos aniversarios más», asegura el cantante.

Adolfo Marsillach, en el concierto inaugural Manuel Ángel Jiménez

En la misma línea se manifiesta la soprano Auxiliadora Toledano, que señala que tiene «una relación muy especial y de mutuo cariño con todos ellos desde que tuve el primer contacto con una orquesta aquí en Córdoba». «Son un pilar de la cultura cordobesa y la Orquesta debería ser mucho más cuidada por las instituciones», explica.

Vale esta reflexión de la soprano como resumen de una fértil idea que nació en los dinámicos años 90 y que hoy pervive como uno de esos raros sueños felices de la cultura cordobesa. Treinta años después de su fundación el éxito de la Orquesta no se puede medir sólo en números sino en algo tan inasible como la sensación de dicha que han provocado a lo largo de décadas y décadas en miles y miles de personas. Lo suyo no es cosa de cifras sino de crear, con su música, felicidad.

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