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MIRAR Y VER

Viernes Santo

Una penitente reza tras la suspensión de una procesión, esta Semana Santa VALERIO MERINO
María Amor Martín

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Semana Santalluviosa, desabrida e imprevisible. Los trabajos y esfuerzos de las hermandades, el andar de los costaleros repetido durante muchos días con el corazón puesto en el recorrido definitivo, el ansia de la salida, los deseos albergados en la estación de penitencia de ... hermanos y devotos. Y llueve. Y nada de esto sucede, la emoción duele como un bocado y las lágrimas abaten a quienes esperaban tanto. Se silencia el rachear de los pies bajo el paso, inútil se torna la voz del capataz, enmudecen las más inspiradas marchas procesionales, las velas no tiritan al aire de azahar y primavera, las flores esconden su fragante belleza y la saeta, eterna, sepulta más hondo aún su rezo dolorido. Metáfora de la vida misma a veces, cuando, sorpresiva e inesperada, nos acecha en el callejón oscuro del dolor y el desaliento. Metáfora del Viernes Santo. Jesús clavado en la cruz. Todo lo envuelve el silencio, todo queda en suspenso, afanes y esperanzas.

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