mirar y ver
Tren de los pueblos
¿Hay algo más triste en el mundo que un tren inmóvil en la lluvia?», se interroga Neruda
Una marcha pide los trenes de la línea Córdoba-Bobadilla
![Manifestación de vecinos por la línea del tren](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/03/21/tren-cordoba-bobadilla-RtZU8QEbAJUoAxPPacZtRCP-1200x840@diario_abc.jpg)
Una noticia del martes en este periódico se me quedaba colgada del pensamiento y pedía, insistente, ser escogida para pasearse por estas letras. Y aquí está, fue imposible no atender su pretensión, con ella acudía, sin esperarla, la poesía. «¿Hay algo más triste en ... el mundo que un tren inmóvil en la lluvia?», se interroga Neruda. Un verso, uno solo, es un valor inconmensurable y no puede ser despreciado. Un tren tampoco.
La información se hacía eco de la campaña 'Por el tren de mi pueblo', en defensa de los trenes de los pueblos andaluces, con la petición inicial de restablecimiento de la línea Bobadilla-Córdoba, paralizada desde hace once años. Tan inmóvil y triste, como el tren del poeta, quedó varado el último que hizo este recorrido en 2013. Antes, colgaron el 'no hay billetes' las estaciones de Fernán Núñez y Montemayor; en ese año, las de Puente Genil, Aguilar y Montilla. Promovidas por la Plataforma en Defensa del Tren Rural en Andalucía, ha habido marchas reivindicativas por el recorrido de los tramos viarios, que culminarán pronto en Córdoba.
A mi parecer, se trata de una demanda incuestionable, que requiere, por parte de la Administración, voluntad, presupuesto y una buena planificación de los servicios, horarios, enlaces y precios. Cuando se ha querido, se ha hecho. Según la Fundación de los Ferrocarriles Españoles más de 3.400 kilómetros de líneas en desuso se han convertido en vías verdes, con una gran inversión y excelentes resultados de utilidad y belleza. Quienes hemos viajado en tren a los pueblos de la provincia sabemos de sus beneficios. Se convertiría en medio de transporte preferente y fomentaría la movilidad y la interconexión entre las localidades, además de combatir el aislamiento y despoblación de las zonas rurales.
Además, se recuperarían las estaciones, territorio vibrante y de la emoción: «Márchate –le dije ya en la estación-. No me gustan las despedidas. Todavía recuerdo el beso que me dio antes de salir corriendo, como alma que lleva el diablo. Un beso de fuego líquido, de los que dejan cicatriz». Grande Martín Gaite.
«¿Murieron tal vez de vergüenza estos trenes que se extraviaron?», continúa el poeta. Esperamos que no se hayan perdido.
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