Mirar y ver
Sacerdotes de Cristo
Expresan sin reparos que se sienten afortunados, escogidos por Dios, amados por Él, rendidos a su voluntad
Andalucía creativa, PISA a mi pesar (28/6/2024)
En una sociedad como la nuestra no es fácil optar por la vida sacerdotal. No es dificultad solo de este ámbito, sino una crisis generalizada de falta de compromiso que afecta a todos los espacios sociales, al haber desertado de la búsqueda de ... sentido, del para siempre en las decisiones, del vínculo adquirido por amor y de la necesaria negación de la autorreferencia como única medida.
Tristemente, se ha dejado de entender la vida como vocación, esa lúcida firmeza -llamados a vivir-, que permite encontrar la razón de la existencia, conscientes y libres, más allá de la altura del suelo y de los límites del tiempo.
En Córdoba acaban de ser ordenados ocho sacerdotes y, este curso, comienzan también su formación en el Seminario Mayor diez nuevos candidatos. Estamos de enhorabuena, es una buena noticia, una gran alegría para diócesis. Son jóvenes, con las inquietudes, forma de ser y pensar del tiempo que les ha tocado vivir, que han sabido escuchar los anhelos de su corazón y que, contra viento y marea y, a veces sin duda, sobreponiéndose a dificultades e incomprensiones, han respondido generosamente a la llamada de Dios.
Da gusto escucharlos en los videos de YouTube que han grabado con motivo de su ordenación. Alegres por el camino que inician, hablan con sencillez, pero con palabras -que reproduzco con fidelidad- sobrecogidas y verdaderas, sobre su vocación: consagrados al Señor, llamados ser su imagen, responsables de la misión de anunciar y dar testimonio de Cristo; con ellas, expresan sin reparos que se sienten afortunados, escogidos por Dios, amados por Él, rendidos a su voluntad, y expresan con ilusión su deseo de celebrar los sacramentos, de acompañar a otros a la fe, de ser vida ofrecida, servicio a los demás, medio de gracia para muchos y de llenar el mundo de esperanza.
Como dijo nuestro Obispo en la ceremonia de ordenación de estos nuevos presbíteros, vale la pena vivir y entregar la vida para siempre a Cristo y a la Iglesia, una decisión contracorriente, sin recompensas humanas ni reconocimientos, que habla de la libertad ejemplar y valiente de una juventud excepcional. La Iglesia los necesita, los necesitamos. Ellos fieles y santos nos llenan de orgullo y gratitud.
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