MIRAR Y VER

Manos Unidas Córdoba

Contra el individualismo imperante, compartir es vivir la cultura del encuentro que nos acerca a las dificultades de los demás

«Manos unidas» para ayudar desde Córdoba a los más necesitados del mundo

Pepa Iribarnegaray (Manos Unidas Córdoba):«Los cordobeses me dejan boquiabierta por su entrega»

No somos inocentes, tendríamos que pedir perdón y cambiar actitudes. Hemos sido bendecidos con todos los bienes, alimentación, vivienda, salud, educación, seguridad, progreso. Somos afortunados, no nos lo hemos ganado, ni siquiera lo hemos elegido. No es la realidad de todos y ellos tampoco ... la eligieron. Les tocó en suerte. Somos prósperos, pertenecemos a la sociedad de la opulencia, real o deseada, tan ricos, tan ricos, que corremos el riesgo de tener solo dinero. Nos quejamos de lo que cuesta, en sentido literal, amanecer, echar a andar el día, con tantas necesidades no siempre precisas, mientras para otros, cada mañana, la pobreza les pisa los talones y no tienen futuro que llevarse a la boca.

A golpe de ceguera, que no hay peor ciego que el que no quiere ver, se nos olvidó que no soy si no somos y que no somos si no son. La desigualdad, a pesar del gran desarrollo económico, se hace cada vez mayor al no alcanzar una vida digna y en condiciones justas, —índice de la verdadera prosperidad—, para aquellos que quedan excluidos. No me gustan los números, porque ocultan la humanidad de los nombres de los, hoy y ahora, 733 millones de personas que pasan hambre, los 2.000 millones sin agua potable, los 250 millones de niños y jóvenes sin escolarizar, los 160 millones encadenados al trabajo infantil y los 240 millones de migrantes, desplazados y refugiados. Mientras el 1,5% de la población mundial acumula más de la mitad de la riqueza global, el 40% más pobre solo dispone del 0,5%.

Manos Unidas, organización no gubernamental para el desarrollo (ONGD), de la Iglesia Católica, trabaja para acabar con esta situación y con las causas estructurales que la provocan: el progreso a toda costa, el consumo desmedido, un modelo económico dominante injusto, el desigual reparto de bienes y oportunidades, la ignorancia, la insolidaridad o la indiferencia. Como todos los febreros, desde hace 66 años de esfuerzo ininterrumpido, acaba de iniciar su campaña con un claro mensaje 'Compartir es nuestra mayor riqueza'. No son palabras, sino hechos. La delegación de Córdoba y toda la provincia, entusiasta, comprometida y movida por la fe y una esperanza que nunca cesa, canaliza la solidaridad de los cordobeses, que el año pasado superó los 800.000 euros. Este año llegará a Burkina Faso, Ecuador y la India. Y así será porque Córdoba es generosa. La prosperidad que no beneficia a todos no es prosperidad. Contra el individualismo imperante, compartir es vivir la cultura del encuentro, en un mundo interdependiente, que nos acerca a las dificultades de los demás, que no nos deja indiferentes y que nos hace corresponsables; compartir es darse cuenta y asumir el destino de los otros como propio, porque reconocer la dignidad de cada persona y descubrir el vínculo que indefectiblemente nos une, es lo que nos hace verdaderamente humanos y hermanos.

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