Mirar y ver
El gato de Banderas
El andaluz es legado, patrimonio, pertenencia y seña de identidad
Las Palmeras (5/12/2024)
Hija, ¡no hay quien te entienda!
¡Cuánto tardan en consolidarse algunos cambios sociales! Otros se hacen virales, se aceptan y se imponen con una rapidez casi inmediata. No había terminado la carrera de Filología Hispánica y la cuestión del andaluz y su reivindicación, reconocimiento y estudio ya estaba ... en auge. Pasado el tiempo, resulta que seguimos en las mismas y que el tema continúa suscitando controversia.
La semana pasada, la Junta de Andalucía firmó un protocolo para el cuidado, la puesta en valor, el estudio y el fomento del uso de nuestras hablas. Se reclama su presencia en instituciones, medios de comunicación, universidades, colegios y en cualquier espacio público. Y cuando el río suena, agua lleva.
El andaluz, o mejor dicho las hablas andaluzas, porque no hay unidad entre ellas, son legado, patrimonio, pertenencia y seña de identidad. Somos lo que hablamos, reflejo del ser andaluz. Uno es lo que es y también lo que los demás dicen que es, eso que llaman los psicólogos autopercepción e imagen social percibida. Esta última es la manera cómo nos ven los demás.
A veces, esta visión se impone sobre el verdadero ser de la persona e incluso se tiende a confiar más en lo que se dice que se es, que en el propio autoconcepto. Lo mismo les sucede a las sociedades. Los andaluces somos lo que somos, pero, en demasiadas ocasiones, hace más ruido y se impone con más fuerza lo que otros dicen que somos. Existe un prejuicio sobre lo andaluz que se extiende a lo lingüístico en una sinergia constante.
Estoy harta de que, en series, anuncios publicitarios, chistes y parodias, se recurra al andaluz para mostrar una realidad que sesga la nuestra, siempre en personajes con poca formación o tunantes, aunque con mucho salero, como el Gato con botas, doblado por Antonio Banderas. Encerrados nos tienen en tópicos reduccionistas, como el de la vulgaridad. Aquí habrá, como en todas partes, gente vulgar, pero hablar andaluz no lo es.
Por este prejuicio, muchos hablantes en el ámbito público tienen que aguantar las críticas de quienes se mofan, perciben que se les quita profesionalidad e incluso disimulan su acento por esta causa. No somos vulgares, ni tampoco hablamos un mal español.
Las variedades lingüísticas son eso variedades y no soportan su categorización en buenas y malas. ¿Por qué ha de ser mejor pronunciar la ese final que dejar de hacerlo? No tiene sentido alguno. Hablamos español, como español hablan también los canarios o todos los hispanohablantes de América. «¿Tú sabes por qué a mí se me entendió en todo el mundo? Por el acento». «El acento es tu tesoro, no lo pierdas nunca. El acento es mucho más que una forma de hablar», -dijo, en un anuncio publicitario de la cerveza Cruz Campo, Lola Flores revivida desde la mismísima eternidad. Pues eso.
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