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La Cuesta del Reventón

Ahora será posible peregrinar a las Ermitas de manera accesible y segura

La Cuesta del Reventón de Córdoba luce ya reformada

María Amor Martín

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En Córdoba, la llana, no hay muchas cuestas, aunque la realidad es que aquí bajamos hasta el río o subimos a la Sierra. Así la vio Antonio Machado: «¡Tus sendas de cabras/y tus madroñeras,/Córdoba serrana!/¡La del romancero,/Córdoba la llana!/Guadalquivir hace vega, el campo relincha y brama». No es Toledo, ni Jaén, pero tiene sus cuestas: la Cuesta del Bailío, la del Colodro, la de San Cayetano, la Cuesta de Luján o la de Pero Mato, la de la Traición y la de los Pobres. También tenemos la cuesta de enero, la mas difícil de transitar, la única que nos gustaría evitar, pero que es siempre obligada, recurrente, obstinada y, ahora, bien difícil de subir.

La cuesta por excelencia es la del Reventón. Este año se cumplen cuarenta años de la creación de la Asociación Amigos de las Ermitas, que, sin más apoyos que las ganas de paliar el deterioro en que se encontraban y la colaboración de los socios que se iban inscribiendo, se lanzaron a la aventura de recuperarlas para Córdoba. Su finalidad, clara desde el principio, de preservar este valioso patrimonio, se mantiene hoy inalterable y reforzada por la seguridad que dan los sueños cumplidos. Es emocionante comprobar que una iniciativa particular está a punto de concluir la restauración, cuidada y respetuosa, de doce de las trece ermitas, y que ha conseguido mejorar otros de sus muchos espacios: el molino, la Iglesia, la explanada del Monumento al Corazón de Jesús, el Paseo de los Cipreses, el Via-Crucis…

Se acaban de terminar las obras de reforma de la cuesta del Reventón por parte del Ayuntamiento. Ahora será posible peregrinar a las Ermitas de manera accesible y segura. Esta ha sido una reclamación continua de la asociación, que había informado reiteradamente sobre el mal estado del sendero y de la necesidad de recuperarlo. Los cordobeses ignoramos la suerte que tenemos de poder llegar andando a la Sierra y subir por este camino de inmensa belleza, disfrutar de la contemplación y el silencio hasta tocar el cielo de las ermitas, y de gozar del privilegio de la protección del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora de Belén. Córdoba tiene con esta Asociación una deuda de gratitud y es de bien nacidos ser agradecidos. Creo que Ramón Medina tararea contento sus piconeros.

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