MIRAR Y VER
Cosmopoética: reino pausado
Descubrir la poesía es asombrarse ante el poder de las palabras. Se trata de dejarse atrapar por ellas y por su fuerza creadora
El hombre de negro con bombín, siempre inhiesto, observador de omnisciente presencia, compañero fiel de Cosmopoética desde sus inicios, ha cerrado su paraguas y se sienta recogido, ensimismado en el libro que tiene entre sus manos. Me gustan sus calcetines, fíjense en ellos, los ... imagino de multicolor estampado, que amortigua su oscura sobriedad. Está tranquilo, en paz, «en un reino pausado». Este es el lema del festival de poesía que, ininterrumpidamente durante 21 ediciones -es digno de elogio y reconocimiento-, se celebrará del 27 de septiembre al 5 de octubre próximos. La poesía como refugio, «en el reino de la palabra, de las emociones y del ahora», explican su intencionalidad los organizadores.
Y no me resisto a hablar de la poesía y detenerme a reflexionar sobre su inevitable necesidad, porque la sociedad contemporánea vive sofocada por la exigencia de la inmediatez. La rapidez que impera impide el tiempo lento y la atención ineludible que requieren actividades como la buena lectura, la dulce amistad o el buen amor, atraídos, -mejor dicho, distraídos-, por la multitud de estímulos que nos acosan. La poesía es valioso antídoto para combatir esta lacra, pues demanda una actitud pausada y contemplativa. Su brevedad intensa centra la mirada en un aspecto de la realidad o de la experiencia vital de quien escribe en el corto espacio de sus versos, y elimina las insidias de la impaciente inatención. También combate el deshumanizador utilitarismo, que desprecia todo aquello que no responda a criterios de eficacia. Frente a él, la poesía ofrece generosamente la experiencia de la belleza y del disfrute estético, alejada de cálculos de utilidad y eficiencia. Como dice Nuccio Ordine: «Los versos no se someten a la lógica de la precipitación y lo útil… lo inútil es necesario para hacer que cualquier cosa sea más bella».
Descubrir la poesía es asombrarse ante el poder de las palabras. Se trata de dejarse atrapar por ellas y por su fuerza creadora de belleza para nombrar, mirar el mundo inusualmente y desvelarlo, transmitir lo que se vive, se piensa y se siente, profundizar, gritar, susurrar o convocar al silencio, para emocionar y persuadir siempre. Poetas, tan inevitablemente necesarios.
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