La Graílla
Un puntito en el mapa
Quién sabe si el vuelo a Praga abrirá una etapa o no habrá quien viaje a esta ciudad que se visita sin dormir en ella
Recurso social, lujo gratuito (2/12/2023)
Una tila hirviendo. Doble, incluso. En estos días de tanto mirar al firmamento de Córdoba para festejar o para esperar, para lamentarse o para hacer números, sólo se podrá dormir después de tomarse una de esas infusiones benignas que inhiben la adrenalina ... y quitan a los nervios el aspecto de púas de erizo. Al cabo de un rato se coge el sueño y a la mañana siguiente se ven las cosas más claras sin la resaca química de ninguna pastilla.
La tienen que tomar quienes piensan que podrán ir desde Córdoba a Nueva York de aquí a pocos meses y quienes se temen que los senderos de la Sierra se queden negros por el queroseno quemado que dejen caer los airbuses que surquen el cielo antes limpio. Los que ya se ven facturando en busca de aquella ciudad con la que los vecinos les dieron envidia y los escépticos del bar que se acuerdan de Flysur y dicen que el avión que salga de Córdoba tendrá los motores gripados y los asientos de tapicería raída.
El vuelo chárter que salió el miércoles desde Córdoba para que 180 personas disfruten de Praga ha tenido el efecto de las escaleras mecánicas en los años 60 y de las grandes franquicias cuando aterrizan para regocijo de compradores arrobados, pero una vez que regresen los viajeros con los móviles llenos de fotos del Puente Carlos todos, los que creen que esto va a disparar a Córdoba y los que temen que se vaya a cargar la capitalita del decrecimiento que adoran, sabrán que si hay cambios tendrán que esperar.
Como mucho se conformarán con otra media docena de vuelos para 2024 que se agotarán en unos pocos días sin que la mayoría de los que querrían viajar y podrían pagárselo se hayan enterado siquiera.
La carta de aproximación ha puesto el aeropuerto en el mapa, aunque ahora mismo sea un puntito, y el Gobierno ya está con la obra para doblar la superficie y las prestaciones de la terminal, pero a Córdoba no le va llegar la modernidad como un regalo que baja en la bodega de un avión de doscientos pasajeros.
Pasará un tiempo si hay vuelos regulares y todavía los que lo miraban subir entusiasmados en la mañana amodorrada del día festivo caerán en la cuenta de que en esta ciudad no son tantos los que pueden dedicar el sueldo de dos meses a los pasajes de avión y los hoteles del destino, aunque apetezca como un jamón del bueno.
Quién sabe si abrirá una nueva etapa o no habrá quien quiera volar a esta ciudad que se visita por la mañana sin dormir en ella como un apéndice menor de sus hermanas Sevilla y Granada. Sin viajes de ida y vuelta será difícil que el combustible y la tripulación se paguen. La buena experiencia dice que quien se llevará el disgusto serán quienes no entienden a Córdoba con aeropuerto, ni con industria ni con empresa privada, pero para saber si será difícil el camino los que mañana vuelvan deben tener a mano el número de teléfono de amigos y familiares para que les lleven del aeropuerto a casa. No sea que los profesionales sean tan abundantes como cualquier puente.
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