La Graílla
El paisano
Si Cervantes pensó que sus raíces estaban en Córdoba, la ciudad le ha correspondido con la indiferencia
Las viudas de la celosía (11/5/2024)
NI Alcalá de Henares ni Córdoba, ni mucho menos la prisión de Sevilla donde no empezó a escribir 'Don Quijote de La Mancha', tienen la menor importancia en los méritos literarios de Miguel de Cervantes. Naciera donde naciera, el ingenio del que ... nació aquel caballero que envolvía el delirio de sus aventuras en los más nobles ideales no se debió a las aguas del bautismo ni a las calles en que jugara de pequeño, sino a la forma en que la cabeza fue capaz de unir imaginación y lecturas, aventuras reales e inquietud de contar, para levantar a unos personajes que hoy son tan de carne y hueso como los históricos y para relatar unas escenas que siguen entreteniendo, admirando y sirviendo de cierto ejemplo para las gentes de cuatro siglos después.
Es inevitable que las ciudades se enorgullezcan de los logros de sus hijos, pero Córdoba no sería más culta y admirable si se demostrase que aquí vio la luz Cervantes ni tampoco la antigua Compluto se ahogaría en las tinieblas de la ignorancia si tuviera que quedarse con la Universidad del Cardenal Cisneros como única gloria.
A Luis de Góngora y Pablo García Baena les inspiró la ciudad en ciertos versos que hablaban de ella, pero la mayor parte de su poesía no se debe al rumor del Guadalquivir ni a los pinos de la Sierra, sino a su propia inspiración y entrega a las disciplinas de la escritura, y en último término al haber tenido cerca libros que les despertasen la vocación de expresarse en los versos. Puede haber algunos que se enorgullezcan de ellos igual que citan a Séneca, Maimónides o Averroes, pero sin conocer más que el soneto que está grabado junto a la Puerta del Puente, en el mejor de los casos.
Los historiadores y cervantistas más respetados desautorizaron en muy poco tiempo al investigador que quiso levantar una biografía de Miguel de Cervantes como cordobés, pero detrás hay una realidad en la que no se reparó antes ni mucho menos en este tiempo de lecturas superficiales: si el escritor no nació en la ciudad, sí nacieron y vivieron en ella su padre, su abuelo y gran parte de su familia paterna, y hasta puede que él mismo pasara mucho tiempo.
No tendría aquí la visión de la que naciera Don Quijote ni la ciudad debería arrogarse nada de la obra magna de la literatura en lengua española, pero sí ayuda a caer en la cuenta de que si es verdad que pensó que sus raíces estaban en Córdoba, la ciudad tanta veces mencionada en su obra le correspondió durante décadas con una silenciosa indiferencia mientras buscaba sus años de oro en Almanzor y los Abderramanes.
Algo parecido le pasa a Cristóbal Colón: nadie sabe que se hospedó tres años en el convento de la Merced y se entrevistó en el Alcázar con los Reyes Católicos y tuvo un hijo con una cordobesa, porque la historia acabó en el Califato. Volviendo a Cervantes, ni con Aurelio Teno tan cerca alguien pensó en encargarle una de las arrebatadoras esculturas de ese hidalgo cuya historia no habría leído un solo cordobés más aunque fuera paisano.
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