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Yo estuve confinado

Hablar del Covid ya no tiene éxito, pero estará bien para hacer en el futuro fiestas temáticas con gel y toma de temperatura

Aceite de Priego

La Cuesta del Reventón

Luis Miranda

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Los cazadores de ideas insólitas tendrán que buscar dentro de unos años en los ritos del viejo Covid para hacer negocio con quienes echan de menos los tiempos pasados. Muchos de los que crecieron en los años 80 en una relativa comodidad en que la despensa estaba llena y hasta se podía ir a la playa en algunos veranos son ahora un mercado para vender camisetas antiguas, libros retro y decoración vintage con que evocar la época en que la vida era feliz la noche en que daban una buena serie o la tarde en que por fin se podía grabar de la radio la canción que tanto sonaba en la cabeza.

Cada cierto tiempo hay quien intenta soplar en las brasas del viejo coronavirus, que irrumpió como un tanque enfurecido en las vidas de todo el mundo hace casi tres años, y sus palabras suenan como si se hablase de rebobinar, comprarse la cinta de un mix con el mejor chinchimpún para bailar, encontrar que en la tele dan una cosa que se llama minutos musicales o hablar de un bacalao que no es el se pesca y se come frito y salado.

Tasa de incidencia acumulada, grupos etarios, comité de expertos, clases de mascarillas según la protección que brindan (al sol) y otras expresiones viejas que, combinadas con la información que venía de China y bien aireada por la televisión, no ha servido más que para asustar a unas pocas personas mayores que vuelven a ir con FFP2 por las calles aunque no se vayan a encontrar con nadie de cerca. Magro consuelo para los -ólogos muy sabidos que quieren ir de plató en plató recordando que el Covid vino para quedarse, que hay que ponerse otra dosis y que no conviene bajar la guardia. Gasto de saliva y dinero para los que hablan de destinos y lugares seguros cuando nadie se acuerda del bicho.

El éxito es ya escaso, pero la idea estará bien para fiestas temáticas en un futuro que tendrá que esperar un poco hasta que la memoria se sedimente. Quienes quieran divertirse al estilo de los primeros 2020 irán a un garito en que les tomarán la temperatura en la puerta con un aparato de fiabilidad ni siqiuera dudosa, se tendrán que lavar con gel hidroalcohólico antes de entrar y se hará un aforo que los camareros tendrán que hacer cumplir.

Se bailará a distancia al son de la música de los unos cuantos artistas venidos a menos que hicieron un vídeo coral grabado en sus propias casas y que se hizo viral, habrá que ir con mascarillas y si se liga los besos que prendan la chispa adecuada tendrán que darse fuera porque dentro habrá que guardar la distancia social. Se harán galas con 'Resistiré' y el cartel 'Yo estuve confinado' irá llevando la marcha dosmilveintera por todas partes. Sólo faltarán los funcionarios públicos que tengan más ganas de desconectar del trabajo, y que encontrarán que el ambiente de sillas en las que no se puedo uno sentar y mamparas de metacrilato se parece demasiado al que seguirá siendo su mundo de citas previas y restricciones cuando el Covid no sea más que un recuerdo casi nostálgico.

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