La Graílla
Las colectas llenas
Córdoba envió a Valencia 237.285 euros que dieron los cristianos en las misas para los afectados por la DANA
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Las cestas de las misas de los días 9 y 10 de noviembre no sonaban. Igual que hacen más ruido los carros vacíos que los llenos, también suenan más las colectas humildes que las generosas. A las primeras las delata el choque entre ... sí de las monedas, que son lo que en conciencia pueden o quieren poner los fieles; las segundas son más discretas porque los billetes de papel caen unos sobre otros y nadie lo escucha.
Aquellos días, cuando tanta gente tenía en la cabeza el horror de los muertos, los coches amontonados y las casas llenas de barro que había dejado la terrible gota fría en Valencia, la diócesis de Córdoba había invitado a los fieles a ser generosos para ayudar a tanta gente que se había quedado sin nada y debía reconstruir sus vidas sepultadas por el barro.
No fallaron los jóvenes que cruzaban el puente para ayudar con palas y escobas en la mano en jornadas interminables y no se quedaron cortos los católicos cordobeses de aquellos días: reunieron 237.285 euros que se suman a los que en otros momentos se han entregado a Cáritas o a las donaciones espontáneas.
Los cordobeses que dejaron caer un dinero que les sobra, que tenían para algún capricho merecido después de tantas horas de trabajo o que les habría venido bien para que el fin de mes no sea cada vez más temprano se olvidaron de él ya en la consagración y no pensaban en las monedas o en los billetes al salir de la iglesia.
No necesitarán justificación para saber que el dinero se ha empleado bien y tampoco les importará quién tendrá un juego de sábanas limpias para una cama nueva, quién habrá podido pintar la tienda con la que empezar otra vez o el nombre de los que durante este tiempo podrán abrigar sus casas con calefactores nuevos.
Alguno pensará que si son cristianos, mejor, pero ninguno de ellos dirá que su dinero está mal gastado si gracias a él come una familia de origen marroquí durante el tiempo en que tarda en instalarse en algún lugar nuevo. Nadie preguntará si aquel autónomo que perdió su furgoneta iba a misa o era uno de esos malasombras que critica a los católicos por unos cuantos tópicos que ha visto en las series, y mucho menos si la pareja que pudo limpiar su casa se había casado por la Iglesia.
Hace días que la información sobre los efectos de la DANA pasó a ser ocasional y los cordobeses que llenaban de billetes, y no pequeños, las colectas de los templos de aquellos días, terminarán por no recordar que dieron bastante más de lo normal y mucho menos cuánto.
Ni siquiera cuando lleguen días en que Valencia sea una provincia normal y tal vez lean que la gente de un partido que se llama Compromís y que forma parte del espectro de Sumar y Podemos anda de romance con el separatismo catalán, desprecia con etiquetas de vagancia a los compatriotas de todas partes que en este tiempo les ayudaron y apuntala esta España fallida en que la gente tiene que arremangarse y ayudar porque al Gobierno le interesa más contar la historia que le favorezca.
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