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Cultura

Julio Muñoz: «En Andalucía los modernos son más rancios de lo que piensan, pero también los rancios son más modernos»

El escritor conocido como Rancio abre Cordoblack con su última novela, 'True crime'

Cordoblack devuelve la novela negra a la escena con nuevos autores de éxito

Julio Muñoz, con un maniquí de Cordoblack, en La Inaudita VAlerio Merino
Luis Miranda

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La segunda edición del festival Cordoblack echó ayer a andar con la presencia de Julio Muñoz Gijón, conocido como Rancio, y autor de novelas como 'El asesino de la regañá', desarrolladas en su ciudad de Sevilla.

-Usted se ciñe a un espacio muy concreto: Sevilla. ¿Es un palacio para el novelista o peude ser una cárcel porque se le pida siempre que lo sitúe todo en ella?

-Es la eterna tensión de muchos autores, o por lo menos que yo tengo. Que al final hay una parte de expectativa de la gente, y también hay una parte tuya de necesidad de aire fresco, de contar realidades distintas. Yo aquí lo he resuelto con una primera parte de 'True crime' que transcurre en Madrid, donde estuve viviendo diez años, y toda la resolución ocurre en Sevilla.

-En la entrada sobre usted en Wikipedia vienen notas a pie de página para definir palabras en dos de sus títulos: regañá y palodú.

-Sí, es una apuesta consciente. Yo vendo muchos libros en Madrid, Cataluña y el País Vasco. Tenía la duda, porque lo mío son relatos de cercanías, en escenarios muy concretos, y a la madre de un compañero mío, que es muy de Móstoles, le encantan mis libros. Le pregunté si los entendía, y me dio una lección, la mujer: «No he estado nunca en Washington y me hartó de ver películas que pasan en Washington». Cuando consigues que los relatos sean universales, (alguien quiere algo, alguien se lo impide y tiene un montón de dificultades y hay retos y conflictos en el personajes), al final el escenario es una capa que aporta, que te puede despertar interés si no la conoces. 'The Wire' es una serie de Baltimore Oeste, y es mundial. Andalucía está muy de moda y mis libros son como una guía. La gente tiene necesidad de autenticidad, de sitios que a lo mejor no están en las guías turísticas, pero que de verdad definen la identidad de las ciudades.

- ¿El éxito es presión, para estar a la altura?

- El éxito es presión, pero presiona más el fracaso. Que escribas un libro y se venda mucho y la gente te pare por la calle para decirte que lo empezó y lo acabó es una maravilla. Si eres un poquito agonías dices, ¿ahora qué voy a hacer? Pero cuando escribes lo que sientes no te preocupa demasiado eso, porque al final estás haciendo una cosa que a la gente le ha gustado, pero que en origen no se pensó para gustar a la gente, sino en lo que tú pensabas que podía molar. Entonces a mí, como siempre he escrito lo que me apetecía, me lo tomo más como un refrendo de que voy por el buen camino que como una responsabilidad.

«Lo siniestro nos gusta porque nos ofrece ese simulacro de peligro, de amenaza y de éxito de sobrevivir a una situación de tensión»

- ¿Su novela ayuda a explicar la complejidad de una ciudad como Sevilla, con la dualidad entre la tradición y la voluntad de hacer cosas distintas, aunque puedan superponerse?

- En Córdoba pasa igual: hay un montón de gente que son unos modernazos, pero nos hemos criado con los referentes de siempre. En Córdoba con El Pele o con Manolete, y todo eso lo tenemos metido, aunque mueras con Califato ¾ o cualquier serie de las que hay ahora. Al final tu construcción simbólica es la de tu ciudad. Me parece que en Andalucía los modernos son bastante más rancios de lo que piensan, pero también los rancios son más modernos de lo que piensan, y sin embargo se empeñan en dividirnos, y cuando divides haces a la gente más débil. Y no estamos tan lejos: hay que asumir que las personas somos complejas, y en un sitio como Andalucía, donde han convivido tantas culturas unas con las otras, es que sería absurdo pensar que no vamos a ser complejos y contradictorios. A mí ser coherente me parece el mayor coñazo de la vida, se lo digo de verdad. Cuando conozco a alguien y sólo por el aspecto ya sé lo que piensa del aborto, de qué equipo es y lo que piensa de la investidura, me da pereza. Y en Andalucía somos así, y no todos tenemos que ser de Malasaña de cinco generaciones. En Andalucía hay un montón de gente joven que nos adelanta por la derecha y que es capaz de disfrutar lo mismo una serie de Netflix que los Patios de Córdoba, sin ningún complejo. Y en Sevilla tengo amigos rockeros y macarras que salen en cofradías.

Julio Muñoz, durante la entrevista Valerio Merino

- Nos fascinan el crimen y el misterio. ¿La novela negra es porque nos atrae el morbo o por afán de pensar que el bien triunfe?

- Mire, yo soy guionista de series documentales para plataformas. En los últimos dos años me he reunido con narcotraficantes, asesinos, secuestradores, estafadores y policías. De toda la materia prima directa, de toda esa verdad que me han dado esas entrevistas es de donde ha salido 'True crime'. Me quedaba embobado escuchando a esta gente, porque es verdad que te da un punto de que otros mundos existen. Son imposibles de entender, pero a lo mejor te los has cruzado. Me decía la Policía que en un día en que salgas de tu casa por la mañana y vuelvas por la tarde, te puedes haber cruzado con entre 17 y 25 personas que han matado a alguien. Eso está ahí, y lo tenemos como muy ignorado. Pero hay otra cosa interesante, que es la gran idea-fuerza del asesino que construyo en 'True crime', y que dice que estamos domesticados, y que hay una necesidad de competición, de supervivencia, de lucha, de saber que puedo morir o sobrevivir.

-Un instinto atávico, ¿no?

-El ser humano lo tiene, porque somos cazadores y porque es una cosa telúrica, pero lo hemos ido sustituyendo porque socializamos. ¿Por qué tienen éxito los parques de atracciones? Porque tienes la ilusión de que tu vida está en peligro, porque necesitas tener esa intensidad emocional en algún momento. Hay un montón de instintos que hemos aprendido a sublimar, pero están ahí. Un psicólogo me decía que si las películas de zombis tienen éxito es porque es una figura que hemos creado para saciar el deseo de acabar con otros sin sentirnos mal, porque es como una persona sin serlo. Tenemos algo que nos genera placer cuando en una lucha a muerte sobrevives. Lo siniestro nos gusta porque nos ofrece ese simulacro de peligro, de amenaza y de éxito de sobrevivir a una situación de tensión.

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