PASAR EL RATO

Sexus

Íñigo Errejón en el Congreso ARCHIVO

Cuenta Miguel Hernández en un bellísimo soneto, que a su amada, que se le moría de casta y de sencilla, él le libó la flor de la mejilla. Eso es poesía de la delicadeza amorosa. Íñigo Errejón, un político tosco y vulgar, acometió a una pretendida actriz ... con impulso de macho cabrío y maneras de patán, según relata la pretendida actriz. Eso es pornografía. Y podría ser delito, si un juez llegara a apreciarlo así. Al parecer, la pretendida actriz quedó tan impresionada por la acometida, que ha tardado tres años en reaccionar y denunciarlo. Todo parece indicar que Miguel Hernández no encontraría motivos para dedicarle a ella un poema. Dicen que el joven Errejón –mucho menos apuesto que Catulle Mendès, el poeta decadentista de la segunda mitad del XIX, pero a quien también conviene la definición que del escritor francés dio Maupassant: «un lirio en orina»- ha tocado a más mujeres y ha tocado fondo. Pertenece a la misma escuela idealista que Pablo Iglesias, a quien no se le puede negar inteligencia para el fracaso, que convocaba a las alumnas de la Complutense en el lavabo, para refrescarse. Porque su vigoroso sistema de pensamiento le ardía en la entrepierna. La izquierda más exaltada gusta de cultivar su imagen púbica. Sorprende que estos jóvenes intelectuales marxistas, leninistas, trotskistas, cheguevaristas, chavistas, maduristas –y de las JONS, si a la fiesta conviene-sean tan conservadores de cintura para abajo, y acudan exclusiva y obsesivamente al cuerpo de la mujer. Eso, en un partido que reconoce la existencia, en la sociedad española, de 37 sexos distintos. Es un lugar común de la anatomía que entre el hombre y la mujer hay algunas diferencias esenciales, que este artículo no tiene por qué precisar y da por generalmente conocidas. Gracias a las cuales llegó a ministra de Igualdad la joven revolucionaria Irene Montero, por imposición democrática del semental titular de Podemos. A Igualdad por la diferencia. En todo lo demás, la ex ministra es también distinta de un hombre inteligente, culto, brillante y de gusto refinado, pongamos que hablo de Talleyrand, El Arcipreste de Hita –que conocía bien el alma humana, porque además de poeta era arcipreste- nos dejó dicho que el hombre trabaja por dos cosas: por conseguir el sustento «y por haber juntamiento con fembra plazentera». De Errejón se conoce, fundamentalmente, su dedicación a la segunda cosa, ya que nunca ha tenido fama de laborioso. Por eso trabajaba en la política. Estos chicos vienen de los clásicos. Aunque parecen más del marqués de Sade que de las 'Sátiras' de Juvenal o el 'Erotika Biblion', de Mirabeau. No han leído mucho, pero tienen instinto político, y saben que los españoles modernos y progresistas contemplamos con indulgencia la afición por las cosas que no tienen enmienda.

Algunos periodistas han recogido y han publicado –a mi juicio, innecesariamente- los detalles más torpes y judiciales del relato de la actriz agraviada. Eso me lleva a considerar si el corrosivo Karl Kraus no tendría razón cuando escribió que «faltan dependientes de comercio, todos se dedican al periodismo».

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