PASAR EL RATO
Oradores de papel
Pedir la dimisión del contrario me parece un acto de impotencia política
Debate del Estado de la Ciudad: del «Capitán América» a la reelección para 2027 de Bellido
![Torrico mira al alcalde antes de tomar la palabra en el debate del Estado de la Ciudad](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/10/08/debate-estado-ciudad-RH2yMquIF2jyl7v5HIgZrEO-1200x840@diario_abc.jpg)
Lamento que el Ayuntamiento de Córdoba quiera imitar el torpe espectáculo retórico del Congreso de los Diputados, donde toda vulgaridad tiene su asiento. Allí, la palabra es sometida a tortura, y la gramática, a degradación. Hay algunos buenos oradores —muy pocos, y ... en ningún caso grandes—, pero, en general, la raza humana no tiene motivos para sentirse orgullosa de la evolución intelectual de sus representantes políticos. Ni aquí ni en el extranjero. Suben a la tribuna provistos de papeles, y leen sus tostones sin pudor. Llevan escritas hasta las réplicas, sin plantearse si se ajustarán a la controversia. Oradores de papel. Se limitan a rellenar el tiempo, y cobran por lo que en la empresa privada acarrearía el despido. Son esos seres inútiles los que luego hacen las leyes, encargando la redacción a Bildu y a Junts. Y la interpretación, a Conde-Pumpido.
El jueves pasado hubo en el Ayuntamiento de Córdoba un debate entre políticos locales, para explicarle al pueblo cómo van las cosas en la ciudad de sus amores. Tal como está planteado en España, el debate es la forma pendenciera de la oratoria. Y como el arte es solitario, el buen orador gusta poco de la oratoria de combate, que tiene que ver con la imagen más que con el cerebro. Los debates políticos modernos se han convertido en un torneo de injurias, de las que ha huido el ingenio. Para estar a la altura de los grandes oradores de su partido —Patxi López, Óscar Puente, Félix Bolaños, Pilar Alegría, la lista es interminable—, el portavoz del Grupo Municipal Socialista llamó al alcalde de Córdoba «político de rapiña». El alcalde tuvo el acierto de bordear esa ofensa de bachillerato, y siguió su camino. La mejor forma de contestar a un insulto es ignorarlo. Cosa distinta es que el insulto tenga nivel, en cuyo caso entramos en el terreno del arte y hay que contestar, para corresponder a la creatividad con otra del mismo estilo literario. Por lo que uno ha leído en este periódico, que es donde se entera de lo fundamental y de lo accesorio, el debate sobre el estado de la ciudad puede resumirse así: El alcalde dijo que Córdoba va bien, incluso muy bien, y él se queda para seguir mejorándola. La oposición dijo que Córdoba va mal, incluso muy mal, y el alcalde debe dimitir para que ellos puedan hacer el milagro. Nada nuevo desde los griegos. Pedir la dimisión del contrario me parece un acto de impotencia política. Ya que no puedo echarte, incluso a empujones, como sería mi deseo, te pido tontamente que te vayas tú. Para decirle a Catilina que se fuera a hacer puñetas, pero lejos de Roma, Cicerón necesitó el mejor discurso de la historia de la oratoria. A Aznar, un hombre nacido para la tristeza, le han bastado tres palabras para alcanzar la inmortalidad: Váyase, señor González. Pronunciadas con el tono del que extiende un sudario de aburrimiento sobre los oyentes.
Para mejorar el gobierno municipal de Córdoba, antes hay que mejorar a la oposición. Lo mismo que hay que hacer para mejorar el Gobierno de España, mientras Cuca Gamarra, secretaria general del PP, dice que ella es de centro, desde donde puede contentar a todo el mundo. Que es la especialidad de la derecha.
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