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Pasar el rato

La Facultad de Derecho

Seis profesores se han opuesto a la declaración de la Facultad, pidiendo que sus nombres no se hagan públicos

José Javier Amorós

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A la Facultad de Derecho de Córdoba le ha dedicado uno amor, dolor y tiempo. Mucho tiempo. He conocido en ella buena gente y mala gente, y todavía me quedan allí buenos amigos. Ea, la vida. Ahora la tengo otra vez ante mí, y ... veo pasar a tantos de mis queridos alumnos por los mansos caminos de la memoria. Que la vida haya sido con ellos compasiva. He aquí que la Universidad ha servido para algo, para que nos hayamos hecho los unos a los otros. Uno es lo queda de los múltiples alumnos que ha tenido. O lo que queda en los múltiples alumnos que ha tenido, depende de quién elija la preposición. «La nostalgia, / ese sol que va quedando / al ponerse sobre el alma…», me digo con mi querido Rafael de Penagos, aquel gran poeta que me ofreció su amistad y sus versos hace tantos años. ¿Qué podía yo darle a cambio a aquella voz hecha de música? Admiración y gratitud por los siglos de los siglos. Al hombre con menos sensibilidad literaria de la vida pública española, Pedro Sánchez, debo que hoy caliente con fuerza mis viejas venas el sol residual de la nostalgia. He leído que los profesores y los alumnos de la Facultad de Derecho de Córdoba han hecho público un manifiesto «en defensa del Estado de derecho y de la Constitución». Lo han transmitido con firmeza y convicción. Esta fuerza académica extinta que es el articulista se quita humildemente la boina jurídica ante ese ejercicio de honradez intelectual. Han venido a decir -traduzco libremente el manifiesto, manejo idiomas- que la Facultad de Derecho de Córdoba no está dispuesta a enseñar a sus alumnos que los tres poderes del Estado español son Sánchez servil, el libertador de Cataluña en su maletero y la ETA politizada benéfico-docente. Que para ser diputado basta con ser obediente, aunque ayude una inteligencia humana evolucionada. Pero para ser juez hay que estudiar mucho y aprender a estar solo. La Facultad se ofrece a ayudar en lo primero, porque la independencia debe traerla de casa cada magistrado. Que amnistía, no. Y que todos los españoles son iguales ante la ley, incluso los unánimes acreedores de Pedro Sánchez Obrero Español. Leo también que seis profesores se han opuesto a la declaración de la Facultad, pidiendo que sus nombres no se hagan públicos. Anónimos, como el autor de 'El Lazarillo de Tormes', aunque sin obra que ofrecernos. Seis hombres y mujeres -porque habrá de todo, como en el Gobierno- admirables por su prudencia y discreción. Pero si no se identifican, ¿cómo podrá Sánchez hacerlos ministros?

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