PASAR EL RATO
Divino tesoro mental
A no crecer desesperado ayuda tener una buena familia
El Hospital Reina Sofía detecta en Córdoba un incremento de los problemas de salud mental en niños y jóvenes

Los niños y los jóvenes cordobeses están perdiendo la cabeza. A esa conclusión ha llegado el Hospital Universitario Reina Sofía, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental. Aumentan preocupantemente en Córdoba las consultas depersonas menores por cosas relacionadas con el ... seso. A los particulares sin formación psicológica nos llena de asombro la noticia. No podíamos sospechar algo así. Creíamos que nuestros conflictivos descendientes tienen a su disposición todo lo que se necesita para ser feliz y votar a Pedro Sánchez. Teléfono móvil para aprender, botellón para convivir, y su poquito de pornografía charcutera para ir engañando el sentimiento trágico de la vida con el espejismo de la entrepierna. Se trata de una versión actualizada de los trascendentales del ser. El móvil es la verdad, el botellón es la bondad, y la pornografía, la belleza. Los tres se encierran en uno: el teléfono móvil, que se corresponde con la 'Crítica de la razón pura', de Kant. Algo grave tiene que estar pasando fuera de ellos para que los cordobeses más jóvenes estén tristes, disponiendo de tantos medios de consolación. ¿Por qué sufren? A los 10, a los 15 años todavía no han tenido tiempo de triunfar para ser desgraciados. Si no ponemos remedio, acabará pasándoles lo que cuenta Alfred de Musset en su bellísimo poema 'Tristeza': «He perdido mi fuerza y mi vida, / y mis amigos y mi alegría; / he perdido hasta el orgullo / que hacía creer en mi genio. (…) / El único bien que me queda en el mundo / es haber llorado algunas veces». ¿Merecen nuestros niños esa suerte?
Mi querido Juan Guijo, el buen médico que preside la Asociación de Allegados y Personas con Enfermedad Mental de Córdoba (Asenec), ha puesto el dedo en la llaga del cerebro desdichado: el trabajo. Trabajar mucho, sostiene aproximadamente, ayuda a recuperar la cabeza. Por su propia y fecunda experiencia profesional sabe que el ocio fatiga mucho más que el trabajo y desemboca en la melancolía. Si el Dr. Guijo tiene razón, España se va a poner imposible de problemas mentales —además del que ya supone una ministra de Trabajo como Yolanda Díaz—, porque caminamos hacia la jornada laboral de siete horas a la semana. Todo indica que la vicepresidenta segunda del Gobierno trabaja todavía menos. Se nota en su forma de aproximarse a pensar.
A no crecer desesperado ayuda tener una buena familia, unos buenos profesores y unos pocos amigos verdaderos. Aprender a pensar por cuenta propia, lo que no se consigue sin esfuerzo. Crearse pocas necesidades, y aun necesitar poco lo poco que uno necesite. Es lo mejor para ser libre, y que cada cosa ocupe el lugar que le corresponde en cada mente: El teléfono móvil aislante, las botellas de compañía, y los perecederos frutos de la ingle. Y si por esto o por aquello no hemos podido conseguirlo en la juventud, nos queda el resto de la vida, y también de la muerte, para recuperarnos de nosotros mismos. Lo que importa es no claudicar.
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