PASAR EL RATO
Causas y consecuencias
El odio y la violencia empiezan en el lenguaje
«Las agresiones de menores en los centros de Córdoba al personal son constantes»
Baja la inseguridad en El Brillante, el Casco y El Arenal: menos delitos registrados
Cuando un muchacho de 15 años, fuerte y perturbado, ejerce violencia sobre su prójimo, llegando incluso a matar a una joven educadora de 35, ¿de quién es la culpa? Mientras los expertos dan con la respuesta adecuada, la víctima ya está bajo tierra y le ... van a resultar de poco provecho las reflexiones sin compromiso de los sabios oficiales. Otro muchacho de 15 años, esmirriado y brillante, ha dado con la solución, adaptada a 4º de la ESO:
-El culpable es el que la mató, de la misma manera que culpable es el que tiró una silla a la cabeza del profesor de matemáticas y rompió mis libros, emborronó mis cuadernos y pisoteó mi merienda.
–Sí, hijo mío, sí, le dice su padre, que forma parte del comité de expertos, pero hay que tener en cuenta que las cosas no siempre son lo que parece. Necesitamos remontarnos a las causas de estas tristes consecuencias.
-Y cuando encontréis las causas, dilecto padre y admirable diputado, ¿resucitarán los muertos y volverá lo destruido a su estado original? Si lo que quieres es hablarme de educación, padre amantísimo, empecemos por la vuestra. Y vayamos luego a las consecuencias.
–Es que se trata de un menor, hijo mío, de un niño como tú.
–Como yo, no, papá, yo no he matado ni siquiera a ti, y lo recomienda Freud en el psicoanálisis.
En sus frecuentes visitas a los juzgados de Madrid, una mujer de tan escasa utilidad social como la catedrática Gómez está protegida por alambradas, submarinistas y carros de combate. Con la centésima parte de ese despliegue de tropas y armas, la joven educadora de un centro de Badajoz, que ayudaba a menores conflictivos, seguiría viva. Y esos menores, tan tempranamente desalmados, se hubieran quedado en expectativa de asesinato. Mismas causas, distintas consecuencias. En Córdoba, hace menos de dos meses, un menor fugado de un centro de protección de menores –en el que había sido recluido por amenazar de muerte a sus padres- asesinó a un chico que estaba celebrando su cumpleaños en El Arenal. Hasta Dios lloró al recibirlo a sus 16 años. Mientras se encuentran las causas, ¿qué va a hacer la sociedad política, jurídica y cultural con estas consecuencias?
El pasado jueves, educadores de Centros de Internamiento de Menores Infractores se manifestaron en Córdoba pidiendo protección para su trabajo de riesgo, porque son objeto de constantes agresiones por los menores internados. Todo indica que, por unas causas o por otras, los menores conflictivos tienen más familiaridad con la navaja que con la lectura. A saber qué habrán oído estos chicos en sus cortas vidas pasadas, porque el odio y la violencia empiezan en el lenguaje. «Todo lo que hacemos nos espera siempre al final». A sus educadores, que son buenas personas, les gustaría poder evitárselo, a pesar de todo.
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