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Pasar el rato

Una andaluza sin gracia

María Jesús Monterio dialoga con Pedro Sánchez, durante una sesión en el Congreso ep
José Javier Amorós

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Por si el destino se tuerce para ella, que se torcerá, y no encuentra quien le cante, dedico este artículo a una mujer poderosa y torpe, la ministra de Hacienda, que dejará en la historia de la política económica española la misma mancha ... que su antecesor, también poderoso y torpe, pero del PP: Cristóbal Montoro. Dos personajes siniestros que impulsan al hombre prudente a cambiarse de acera cuando los ve avanzar hacia él. La esperanza de que todo el mal que han hecho pueda ser castigado algún día hace razonable la creencia en un Dios justiciero. Y que empiece por Pedro Sánchez. Aunque es probable que sea Pedro Sánchez el que castigue a Dios, con los votos de Podemos y de Bildu. Se empieza creando a Dorian Gray, y el artista termina contemplando, desolado, las ruinas de su retrato. «Estos, Fabio, ¡ay dolor!, que ves ahora». Es muy difícil que un andaluz genuino carezca por completo de gracia, de ingenio, de chispa, que no lleve incorporado siquiera un pellizquito de sal fina. Pues la ministra de Hacienda deshonra de tal manera su casta sevillana que parece haber sido educada en la escuela jocosa de Puigdemont, el muñeco que ríe sin saber por qué. O de Íñigo Urkullu, el ex lendakari de cuya personalidad emana tal vaharada de tristeza, que más que a negociar la independencia invita a darle el pésame por haberla conseguido.

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