Pretérito Imperfecto
Prietas las filas
Fue escuchar el nombre de María Jesús Montero y todas las notas discordantes fueron sinfonía aclamatoria
Andaba el PSOE cordobés rebelde. Conspirador y silente. Nada de alardes y energía para defender un relato y un discurso sanchista a pie de calle cada vez más inasumible en la Andalucía reivindicada siempre en el ring de la simetría y la solidaridad entre ... autonomías ricas y pobres. Andaba su aristocracia orgánica y lampedusiana mascullando críticas ante el paulatino vacío de poder de los últimos años. Un insoportable erial que cotizaba los puestos de asesor como el oro, cuando no hace mucho tiempo la deflación procuraba una infinita armonía de contento orgánico. Había para todos y de todos los tipos. Muchas veces -más de las que creemos- los ataques de disensión en un partido no provienen de sesudos destellos de ideología y reflexión alterna, sino de una mera cuestión de supervivencia y pecunio con mucha escenografía, eso sí. Más Darwin que Olof Palme.
Por eso en los últimos meses hemos asistido a discretos movimientos orquestados de alcaldes y concejales socialistas en Córdoba sacando la patita del tiesto junto con otrora barones y archiduques que vivieron las mieles del 'régimen' andaluz y el eterno manto clientelar. Las quejas sobre un Juan Espadas ausente, sin resultados, sin liderazgo, ni callo ni cuentakilómetros se multiplicaban conforme el baño y masaje del congreso federal de Sevilla se acercaba. Y bajo el 'statu quo' de un PP moderado y transversal, cada vez con más anclajes y presupuestos. Aupado en estabilidad demoscópica. Avisos a navegantes, ruido de sables y advertencias sobre un cónclave regional definitorio. Con la brumosa y mediática sombra de Susana Díaz en los soportales. Muchos tuits entre líneas y grupos de Whatsapp para el desahogo.
Y a punto de estallar la tierra volcánica, todo el prometido fuego abrasador quedó en mera cerilla. Todas las amenazas, diluidas. Todos los tuits, borrados. Todo el postureo, rearmado en posición de firme. Y todas las filas prietas ante el dedazo de Pedro Sánchez y el retorno de María Jesús Montero al que fuera granero electoral para que las cuentas cuadren y la debilidad manifiesta al frente del Gobierno y su inverosímil andamio cobre solidez.
Fue escuchar el secreto a voces de Montero y todas las notas discordantes volviéronse sinfonía aclamatoria. Y todos los análisis y lamentos huir del guion para fundirse en un cínico ejercicio de amnesia. Retirado el pecado original de los ERE merced a la patraña del Constitucional y señalado el camino por la nueva lideresa y sus costuras y contradicciones, prietas las filas y renovados votos de entreguismo, como los rebaños de ovejas que acaban criando lobos a su frente. Esa misma María Jesús Montero del núcleo gordiano del presidente, que estaba cuando se eligió a Espadas; en el Consejo de Gobierno de los consejeros que pisaron la cárcel y los presidentes que la imaginaron, o en el manual de gobernanza sin principios capaz de entregar el Estado y la vergüenza a cambio de un puñado de votos. De arrimar a Cataluña o el País Vasco lo que se le va rebanando a Andalucía. Esa misma pieza de un mecano averiado.
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