Un festival sin David Russell

El alcalde intentó cambiar el patrón del festival en su primer mandato. Tirar la casa por la ventana y evitar la vergüenza de que Marbella, Fuengirola o Chiclana -ojo que Sevilla y Lucena ya tienen sus festivales de guitarra andando- concitaran con temperaturas más propicias todas las miradas festivaleras del estío. La cita de las seis cuerdas se parapetó siempre de las críticas como una cita de culto y loa a un instrumento estelar en España. Flamenco, jazz y clásica -nunca ha apostado por el folk y la nueva música latinoamericana en serio- son el 'ABC' de este festival y ahí parece mantener intactos los umbrales de ambición. Pero el problema es que hoy en día hay infinidad de ciudades y pueblos que tienen un buen festival de cualquiera de las tres modalidades y la competencia es feroz.

Aquella primigenia idea de Bellido de reconvertir el evento se dio de bruces con un fallo clamoroso con sus propios miembros del consejo del IMAE y la frontal oposición de los otros partidos -estando en mayoría simple- al pliego que buscaba una empresa para organizarlo todo y entrega en mano. Pero, sorprendentemente con el tiempo, el regidor se ha desprendido de su idea original y ha dejado que el Festival de la Guitarra hiberne en sus calurosos julios de culto y recorrido medido. Más presupuesto y, probablemente (ojalá me equivoque), los mismos o menos espectadores.

Además, habría que competir con las empresas que organizan los conciertos en Córdoba desde mayo hasta octubre. Es una pena lo de David Russell. De verdad.