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ContraMiradas

Francisco Escalera, pintor: «El virtuosismo me aburre sobremanera»

Expone en el Teatro Cómico de Córdoba una muestra de sus tres últimas décadas. Largamente premiado y refractario a los focos, proclama: «Me gusta ser yo»

Francisco Escalera, en su exposición en el Teatro Cómico Principal de Córdoba Rafael Carmona
Aristóteles Moreno

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Estamos sentados a un palmo del Guadalquivir. De dos portentosos lienzos del gran río andaluz, queremos decir. Que en la paleta de Francisco Escalera cobran tonos azules y verdosos sobre una calma atronadora. La exposición retrospectiva del pintor cordobés ha tenido que ser ampliada otro mes más.

Sus paisajes sobrecogen. Sus playas evanescentes. Sus carreteras solitarias. Sus edificios plomizos. «Siempre me ha gustado ser yo», argumenta sentado en un escalón del Teatro Cómico. «Y yo soy un pintor de mi tiempo. Mi pintura clásica no es. Es una pintura fresca y directa. Más sensitiva que descriptiva».

-El realismo no es para usted un desafío técnico.

-Al contrario. Huyo del desafío técnico. Los virtuosismos me aburren sobremanera. Hopper, por ser un pintor tan mediocre, era tan gran artista. Vi su exposición en Madrid y me pareció sublime. No por la técnica, que era normal, sino porque es el gran pintor que abrió al mundo la mirada contemporánea del paisaje.

-¿Qué hay detrás de sus paisajes?

-Una búsqueda interior. Tomo el paisaje como pretexto. Podría haber pintado limones o naranjas.

-¿Y qué busca?

-Encontrarme a mí. Buscar ese sentido de trascendencia. Creo que los seres humanos estamos aquí para aportar algo. Yo intento aportar belleza.

-¿Y se ha encontrado?

-Creo que no. Soy muy impaciente en casi todo. La gente me dice que mi pintura les da paz y sosiego. Yo no soy así. Soy bastante caótico, impulsivo, impaciente. Creía que con la edad iba a cambiar, pero no es el caso.

-La calma de sus cuadros no es la calma de su alma.

-Yo busco la paz interior. Me gustan las matemáticas, la física, los números, la geometría. Y tardo dos años en plantear una obra. En pensar las proporciones y los volúmenes. ¿Por qué? Para buscar el sentido. El sentido de las matemáticas es abstracto. Y en mis cuadros la geometría está presente. Yo estoy siempre entre el mundo de la línea y el de la mancha. La línea representa la racionalidad, la geometría del plano. Mientras que la mancha representa la abstracción, el pensamiento libre, el caos bien entendido.

-¿Pinta tanto por impaciente?

-No. Pinto tanto porque soy vocacional. La pintura es mi vida. No he sido un pintor lineal. No soy discípulo de nadie. Mi primera exposición fue hace treinta años en la galería Juan Bernier. Juan Cantabrana fue mi padrino artístico. Y dijo: «Para que Paco Escalera no se sienta huérfano en su ciudad». Yo estaba empezando y, en realidad, era huérfano. Desde los 7 años estaba dibujando. Y con 18 años tenía dos opciones: hacer una carrera o ganar dinero. Elegí lo segundo.

«Los seres humanos estamos aquí para aportar algo. Yo intento aportar belleza»

-¿Se sigue sintiendo huérfano?

-En cierto modo, sí. Tiene que ver con mi carácter. Los que hemos tenido una infancia complicada no se olvida. Y en mi obra yo quiero que esté ahí ese sentimiento de melancolía. De pequeño, lo que hacía era dibujar sin parar. No he sido chico de fútbol ni de cosas sociales. Me gusta la natación porque no tengo que hablar con nadie.

-Fue un niño solitario.

-Sí. Y lo sigo siendo. No me sé adaptar a los grupos. Y tengo la suerte y el honor de pertenecer a dos: Córdoba Contemporánea y el grupo Greco de Madrid. Pero sinceramente, y con todo el cariño para mis compañeros, me siento incómodo en todos lados.

«Hopper es el pintor que abrió al mundo la mirada contemporánea del paisaje»

-Y ahora que tiene éxito más.

-El éxito es efímero. Todavía tengo que decir los 80 premios nacionales e internacionales que tengo para que se acuerden de mí. No soy un pintor mediático. No es mi forma de ser. Ni soy muy sociable para ir a actos.

-¿Por qué fascina tanto su obra?

-Con las visitas guiadas estoy sorprendido. No soy un pintor popular y vienen hasta cien personas. Y les digo que se pongan delante de mi obra como se ponen delante de un cuadro abstracto. Es decir: con una actitud zen. Sin querer desentrañar nada. Cuando se acercan a mi obra, van descubriendo al pintor. La pincelada, la gestualidad, los colores quebrados. Los colores que son, al final, tu alma.

-¿Y cómo es su alma?

-Inquieta y nihilista.

-No cree en nada.

-Creo en mí. Por lo tanto, no es nada.

-¿Cómo se pinta la luz?

-Yo pinto siempre de oscuro a claro. Para mí, no existe ni el blanco máximo ni el negro máximo, pero son colores. En las escuelas de artes se reniega del negro. Para mí, es un gran color, fundamental en mi pintura. Ahora se lleva mucho esa pintura cómoda. Esa pintura que no dice nada, pero que queda muy bien en las paredes.

Francisco Escalera, en un momento de la entrevista Rafael Carmona

-Pinta más de 40 cuadros al año, casi uno semanal. ¿No tiene nada mejor que hacer?

-Sí. La música, por ejemplo, es un 50% para mí. No sé pintar sin música. Yo he sido de la generación de los ochenta. Estuve en Madrid y también en Galicia, que es mi segunda tierra.

-Es fan de Siniestro Total.

-Por supuesto. Lo era y lo soy.

-¿Qué escucha cuando pinta?

-Pop y rock. Pero, sobre todo, me interesa una música de sosiego. Eso no quita que, cuando haya que manchar una obra de dos metros, necesitas ese «punch». Por ejemplo, mi grupo de cabecera ahora es Muse, que tiene ese sentido trascendental que me interesa que mi obra tenga.

-¿Qué hay de trascendental en una pintura sobre el río Guadalquivir?

-El agua como elemento de vida. Cuando estás en el momento de la contemplación, quieres asimilar todos esos conceptos que la naturaleza te da. Yo creo en la naturaleza. Soy ecologista convencido. En la naturaleza están todos esos elementos trascendentes.

-Y es un artista disciplinado.

-Mucho. Me levanto a las ocho y me tiro una hora y media leyendo la prensa en las redes y contestando correos. Luego voy madurando los proyectos. Puedo estar dos años antes de ponerme a pintar.

-¿Y qué hace durante esos dos años?

-Darle vueltas a las proporciones. Hay cuadros míos en que la línea de composición se repite por tres o por dos. El punto de fuga cae en tal punto o en tal otro. Luego, en la pintura, no quiero que sea obvio.

«Hago hasta 200 fotografías de un tema. Luego hago apuntes a lápiz y a color»

-¿Trabaja al natural?

-Yo he trabajado mucho al natural. Pero me considero un pintor burgués. Eso de estar pintando en medio del sembrajo, pues bien para quien lo sienta. Yo soy un pintor más de reflexión larga. Como las vacas. Me gusta rumiar el paisaje.

-¿Y tiene el cuadro en la cabeza?

-Sí. Cuando voy a un sitio, tiene que haber algo que me cautive. Hago quizás 200 fotografías de un mismo tema. Luego hago apuntes a lápiz, apuntes a color y apuntes previos en casa.

-80 premios nacionales e internacionales. Juega en la Champions.

-No. Yo he intentado jugar siempre donde me dejan. El problema es que la pintura y las artes son complicadas. Y los concursos más.

-¿Los concursos han sido una fuente económica o de satisfacción?

-Las dos cosas. Una fuente de ingresos y también me ha abierto puertas. Gracias a los premios he tenido galerías en León, Barcelona, País Vasco y Galicia.

-Ha expuesto en media España.

-Desde que empecé, me planteé no ser un pintor local. No me gustan los localismos. He nacido en San Agustín y estoy muy contento de vivir en Córdoba. He trabajado con galerías importantes de Madrid y he sido finalista tres años en el Premio BBVA. Mi pintura ha funcionado mejor desde Despeñaperros para arriba.

Francisco Escalera, durante la entrevista Rafael Carmona

-¿Por qué?

-En Andalucía me decían que tenía una pintura muy castellana y cuando llegaba a Castilla me decían que mi pintura era muy andaluza. Mis referentes son la Escuela de Madrid, esa pintura oscura un tanto rota de grises. No tengo mucho interés en los pintores contemporáneos. Intento ser yo siempre. Veo muchos clones y eso va en contra de mis principios básicos.

-¿Exponer es desnudarse?

-Totalmente. La propia palabra lo dice. Te expones al público. Y te expones a lo bueno o malo que te puedan decir. Ahora, como se lleva mucho lo políticamente correcto, casi no te dicen nada malo, aunque lo piensen.

«En Andalucía decían que mi pintura era castellana y en Castilla que era andaluza»

-¿Y le da vértigo exponer?

-Pues sí. Y pudor. Nunca lo he llevado bien. No tengo afán de protagonismo. Me interesa la pintura en el estudio. Mi batalla está en el caballete.

-¿De qué cura un cuadro de Francisco Escalera?

-Ojalá fuese como una pastillita. Muchas personas me dicen que encuentran paz y serenidad. Otras me dicen que encuentran esa belleza perdida.

-¿Goya o Hopper?

-Yo soy un forofo de las pinturas negras de Goya, pero también de Hopper.

-¿Y qué paisaje hay en su interior?

-Cuando cierro los ojos, mi paisaje es castellano y veo una línea en medio como horizonte.

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