Cultura
Enrique Redel, un creador cordobés desde el modernismo a lo espiritual
150 ANIVERSARIO
Supo estar en la nómina de ilustrados de finales del XIX y principios del XX que tanto hicieron por recuperar la historia de la ciudad más allá de los romanos y andalusíes
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![Fotografía de Enrique Redel](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/09/17/aniversario-enrique-redel(7)-RHffnySLDXXUoADHlWMuR6I-1240x1230@abc.jpg)
Hace ahora un siglo y medio vino al mundo en Rejas de Don Gome, junto al Palacio de Viana, un niño al que bautizaron con el nombre de Enrique Redel Aguilar. Nació en 1872 en una Córdoba que, lejos de sus glorias pretéritas, se encaminaba hacia el final del siglo XIX.
Con los años llegó a ser uno de esos intelectuales que permitieron que la ciudad jugase un papel relevante en la Edad de Plata de la cultura española y en el cambio de siglo.
Hombre inquieto y curioso, fue a lo largo de su vida pintor aficionado, periodista y escritor y destacó tanto por sus versos como por sus textos ensayísticos de madurez, en los que mostró siempre su amor por Córdoba, sus personajes y tradiciones.
Académico y coetáneo de la Generación del 98, frecuentó en su juventud el estilo modernista que tanto estimuló Rubén Darío entre los escritores noveles que coincidían en un Madrid creciente y que imitaba la bohemia parisina, aunque con los años iría asumiendo un fondo más espiritual y contenido tanto en su estilo literario como en sus intereses.
![Portada de la obra 'Desvaríos' de Enrique Redel](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/09/17/aniversario-enrique-redel(1)-U68000434207FeS-624x750@abc.jpg)
Los primeros pasos de este autor no estuvieron encaminados hacia la literatura, donde acabaría quedando su nombre, sino que, huérfano de padre desde muy niño, se orientó hacia la vida religiosa, que abandonó al poco tiempo.
Luego le atrajo la pintura, que en ese momento comenzaba a vivir un período brillante en la ciudad gracias al magisterio de ese hombre renacentista que fue Rafael Romero Barros.
Estudió Enrique Redel primero en el Seminario San Pelagio, donde aprendió latín y filosofía, y tras descartar la misión sacerdotal se incorporó a la Escuela Provincial de Bellas Artes que dirigía por entonces Romero Barros en la Plaza del Potro. Allí, entre pinceles y óleos, nació la amistad de Redel con los Romero de Torres, en especial con Julio, que era dos años menor que él.
Supo estar en la nómina de ilustrados de finales del XIX y principios del XX que tanto hicieron por recuperar la historia de Córdoba más allá de los romanos y andalusíes
La siguiente parada de Redel, con poco más de 20 años, fue Madrid, a la que llegó en 1893 y donde se estableció durante dos años, muy importantes en su biografía. Allí fue donde comenzó a tomar forma la vocación poética, influida en sus primeros trazos por el escritor malagueño Salvador Rueda, uno de los pioneros del modernismo y con el que estableció relación personal.
Retorno a Córdoba
También significaron esos años su ingreso en el mundo del periodismo, con diversas colaboraciones en revistas como 'El Resumen' o la afamada 'Madrid Cómico', que por entonces tiraba 7.000 ejemplares semanales y contaba entre sus colaboradores con grandes literatos como el ácido y polémico Leopoldo Alas 'Clarín' o doña Emilia Pardo Bazán. Con estilo directo y humor castizo, la publicación destripaba la vida política y literaria de aquellos años.
Como los avances no fueron los esperados al carecer de padrinos y tampoco era lo suyo la bohemia, Enrique Redel volvió a Córdoba en 1895 y aquí pasó el resto de su vida y hasta su fallecimiento, compaginando su labor creadora con un alimenticio y prosaico trabajo en la División Hidrográfica.
![Portada de la publicación 'Madrid cómico', donde Enrique Redel colaboró](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/09/17/aniversario-enrique-redel(2)-U54288788651NXZ-624x840@abc.jpg)
Con la fama que traía de la capital, logró abrirse camino primero en el mundo periodístico, con colaboraciones frecuentes en los principales diarios de la época. En cuanto a lo poético, fue publicando de forma constante diversas entregas desde la aparición en ese mismo año de 1895 de su libro 'Amapolas', en el que compilaba sus poemas de la época madrileña y modernista. Títulos suyos posteriores son 'Turbas y espectáculos', 'Lluvia de flores' o 'La lira de plata'.
Su amor por las letras le permitió ingresar en la Real Academia de Córdoba en 1901 y a partir de ese momento combinó su vocación poética, que pasó del modernismo al naturalismo social y luego al intimismo espiritual, con una nueva veta creativa en prosa y dedicada a temas cordobeses, que quizá sea la parte de su obra que mejor resiste el paso del tiempo.
Personajes cordobeses
Valiosa por encima de todas sus obras es la biografía sobre Ambrosio de Morales, la mejor dedicada a este intelectual cordobés del Siglo de Oro; pero también interesante la que le dedicó Bartolomé Sánchez de Feria, uno de los grandes nombres de la Córdoba dieciochesca.
Tampoco fueron ajenos a sus intereses como historiador otros temas tan cordobeses como los patios o el culto a la Virgen de Linares y a San Rafael. A ello sumó la crítica literaria, que ejerció de forma puntual y que llegó a reunir en su obra 'Algo de letras'.
![La Puerta del Sol de Madrid, en la época de Enrique Redel](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/09/17/aniversario-enrique-redel(6)-U04537115128SWD-624x350@abc.jpg)
Enrique Redel murió en el año 1909 y cuando aún no había cumplido los cuarenta años de edad, pero en el último periodo de su vida logró que su prestigio se extendiese más allá de la ciudad y la provincia cordobesa.
Ingresó por ejemplo en la Academia de Buenas Letras de Sevilla y también en el Real Instituto de Lisboa. A su muerte, el Ayuntamiento de Córdoba colocó una lápida en su casa natal como recuerdo del poeta y también le dedicó la calle que lo evoca en su barrio natal.
Pasado el tiempo, su nombre se ha ido perdiendo en ese olvido suave que rodea a la mayoría de los artistas una vez faltan ellos para defender sus obras, pero aún queda su memoria de creador vocacional que persistió en lo poético pero que también supo incorporarse a esa nómina de ilustrados de finales del XIX y principios del XX que tanto hicieron por recuperar la historia de Córdoba más allá de los consabidos temas romanos y andalusíes.
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