Historia
Dionisio Alcalá-Galiano, una vida heroica entre la ciencia y la aventura
Cabra se prepara para celebrar el aniversario de la muerte de este célebre oficial de la Armada española
Sus gestas fueron tanto en el campo científico (expedición Malaespina), en viajes para explorar, como en el combate militar
Marineros cordobeses con letras de oro en la historia de la navegación española
![Retrato de Dionisio Alcalá-Galiano, de autor anónimo, que se conserva en el Museo Naval](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/14/dionisio-alcala-galiano(1)-RnuqaBTQpsANKUl6hcX66cI-1200x840@abc.jpg)
Octubre es el mes en el que España vivió una de sus mayores gestas navales con la llegada de Cristóbal Colón a América, en 1492, pero también un mes trágico siglos más tarde, en 1805, con la derrota en Trafalgar. Allí, en la pugna ... contra los ingleses, murió el heroico militar y científico cordobés Dionisio Alcalá-Galiano y Alcalá-Galiano, unas de las figuras más fascinantes del siglo XVIII español.
Nacido en Cabra y de temprana vocación militar, fue miembro de esa singular 'cofradía' de marinos cordobeses –marinos de tierra adentro- que conforma junto a otros personajes destacados en la historia española como Diego de Arana, Lope de Hoces, Diego de Alvear o Ana María de Soto.
De ese conjunto, el egabrense se destaca sin embargo por la forma en la que conjugó su carrera en la Armada con sus labores científicas al servicio de la Corona, que le llevaron a participar en proyectos apasionantes como la Expedición Malaespina y a bautizar una isla con su apellido en las cercanías de la ciudad canadiense de Vancouver, en el Norte del continente americano.
La memoria de este personaje de proyección mundial la guarda en su localidad de origen la asociación cultural que lleva su nombre, impulsada desde 2004 por Francisco Salamanca y hoy presidida por Manuel Chacón.
Con motivo del 118 aniversario de la batalla de Trafalgar, el colectivo se ha aliado con la también egabrense Fundación Aguilar Eslava y en estos días, bajo coordinación de Antonio Ramón Jiménez e idea original del propio Chacón, ultiman una exposición pionera en la que se podrán ver documentos originales relacionados con el marinero egabrense y con su época.
Según explica Chacón, se trata de documentos que han ido descubriendo los investigadores en las últimas décadas pero que no se habían expuesto hasta ahora. Se pueden ver por ejemplo las anotaciones colegiales de Alcalá-Galiano en el colegio de la Purísima Concepción, germen del actual instituto Aguilar y Eslava y que en sus largos siglos de historia ha visto pasar por sus aulas a otros ilustres alumnos como Niceto Alcalá-Zamora, escritores como Bernabé Fernández Canivell o Pedro Garfias o al pintor José Garnelo.
También se incluye en la muestra el expediente de limpieza de sangre del marino y otros documentos como los libros que estudió de joven o maquetas de barcos época. El aniversario de Trafalgar y de la muerte de Alcalá-Galiano se completará con recreaciones históricas y rutas por la ciudad de Cabra, según avanza Manuel Chacón.
Una vocación precoz
Este esfuerzo que se realiza en su ciudad natal permitirá mantener el recuerdo de este hombre de vida tan especial, que también nació en un mes de octubre, en 1760. En Cabra pasó sus primeros años y cursó los primeros estudios, dos cursos pues pronto su vocación marina y militar lo llevó a Cádiz, a la academia de San Fernando.
Con unas magníficas condiciones para el estudio y para el oficio, en 1775 ya era guarda marina y en 1778 alférez de fragata, con una primera estancia en América en la que estuvo enrolado en novelescas misiones como la persecución de corsarios por las Malvinas y el Río de la Plata.
Fue su buen desempeño en ese periodo el que le llevó no sólo a ser nombrado alférez de navío en 1781 sino también designado para poder acceder a estudios mayores en el Real Observatorio Astronómico, algo que quedaba reservado a los jóvenes marinos que mostraban más altas capacidades.
![Mapa del Estrecho de Fuca entregado por Dionisio Alcalá-Galiano tras su regreso de la Expedición Malaespina](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/14/dionisio-alcala-galiano(2)-U05223533843KyI-624x350@abc.jpg)
La vida de Alcalá-Galiano estuvo marcada en los años siguientes por su participación en diversas expediciones científicas. Una de ellas, en la que estuvo involucrado en varias etapas, fue la de cartografiar a bordo de la fragata Santa Lucía las costas españolas, una misión que le encomendó el director de la Escuela de Guardas Marinas, el cosmógrafo gaditano Vicente Tofiño.
En esos años participó también en una expedición destinada a estudiar las condiciones del Estrecho de Magallanes y en otra que tenía por objetivo determinar la posición de las islas Azores. Estas labores serían los pasos previos a su participación en la mayor operación que el Rey aprobó en el siglo XVIII en el Real Observatorio Astrofísico y que llevaría el nombre de su promotor, el capitán de origen italiano Alejandro Malaespina.
Alcalá-Galiano partió con la expedición Malaespina a bordo de la corbeta Atrevida el 1 de agosto de 1789, justo un día después del nacimiento en Cabra de su primer hijo, Antonio, que con los años acabaría siendo un célebre político liberal.
Junto a la expedición Malaespina viajó hasta América, ya convertido en capitán de fragata y con la buena fortuna que una vez allí le fue encargada una expedición aún más singular: la de explorar la zona Noroeste de América del Norte que por esos años aún estaba sin cartografiar.
Se especulaba de hecho que quizá pudiese existir un paso que cruzase América a la altura de lo que hoy es Canadá, y esa fue la misión que recibieron los capitanes andaluces Alcalá-Galiano y Cayetano Valdés, que partieron desde California en marzo de 1794 con las goletas Sutil y Mexicana.
![Cuadro de la serie sobre Trafalgar del pintor cordobés actual Daniel Parra, en el que se ve a Alcalá-Galiano en el Bahama](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/14/dionisio-alcala-galiano(4)-U42882807420QoJ-624x350@abc.jpg)
Los marinos españoles confirmaron que ese paso no existía, lo que fue una decepción dado los intereses que tenía España en ese corredor, pero también aprovecharon el viaje para explorar todo ese territorio entonces apenas conocido del Noroeste americano, hoy parte de Estados Unidos y Canadá.
Fue entonces como una de aquellas islas que dibujó en sus planos el capitán cordobés quedó nombrada ya para siempre como Isla Galiana. También de esos años queda el invento de Galiano de una nueva forma de calcular la latitud.
De la expedición por la tierra que hoy es Canadá queda Isla Galiana, que conserva todavía este nombre en su honor
Tras el regreso a España de la expedición Malaespina, convertido en capitán de navío y en caballero de la Orden de Alcántara, Alcalá-Galiano alternó sus misiones científicas con las militares, crecientes en este caso en el contexto de las guerras napoleónicas.
Una gesta de esos años tuvo lugar cuando en 1798 logró superar el bloqueo inglés de Cádiz como comandante del San Fulgencio y viajar hasta América para traer el caudal económico que, en ese escenario, necesitaba la Hacienda del Rey. En los años siguientes, tras la paz de Amiens y mientras avanzaba el cambio de centuria, emprendió nuevas misiones cartográficas por el entorno Mediterráneo, hasta Constantinopla, Atenas o el Mar Negro.
Al intesificarse las tensiones con los británicos en el Estrecho en los primeros años del siglo XIX, Alcalá-Zamora reclamó al valido Manuel Godoy que le destinase a misiones militares. A la histórica batalla del Cabo Trafalgar, punto culminante de ese conflicto entre las armadas francoespañola y británica, compareció ya nombrado brigadier y como responsable del Bahama.
![Mapa de época de América del Norte que muestra la falta de información que existía sobre la costa Noroeste](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2023/10/14/dionisio-alcala-galiano(5)-U56518213737cLj-624x350@abc.jpg)
Cuentan los biógrafos que, aunque sabedor de la inferioridad, luchó contra incluso tres barcos enemigos y aguantó un balazo en la pierna que le dobló el sable y una herida con una esquirla de madera en el rostro hasta que finalmente un proyectil de cañón le arrebató la vida.
Aunque fue sepultado en el mar, su recuerdo queda en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando y en su localidad natal que este mes de octubre lo recuerda como el hombre de espíritu ancho que fue. Un marino de vida intensa, que navegó entre el amor por la aventura y la ciencia y su compromiso militar y patriótico.
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