Historia
Cuando Córdoba se bañaba en el río Guadalquivir
Las primeras normativas sobre la playa fluvial datan de siglo XVIII, aunque estuvieron permitidos hasta 1975, cuando se decidió acabar con la práctica por la contaminación del cauce
Vídeo | ¿Sabías que Córdoba tuvo playa? Así era bañarse en el Guadalquivir
![Cinco bañistas posan en el Guadalquivir cuando el baño estaba permitido](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/30/banos-guadalquivir-cordoba(7)-RLiyW2DNjNIh5yXUK76JMTK-1240x768@abc.jpg)
Los cordobeses no siempre tuvieron que hacer kilómetros para ir a la playa o para refrescarse en un río o pantano. Vale como ejemplo de ello el testimonio habitual de miles de personas que recuerdan con nitidez los viejos veranos de los 50, 60 e incluso 70 en los que existía una playa fluvial en el entorno del Molino de Martos, a la que acudían cientos de personas.
Los baños se mantuvieron hasta 1975, cuando quedaron prohibidos por la contaminación del agua por los vertidos. Dejaron sin embargo un interesante legado fotográfico que permite hacerse una idea de cómo eran esos días festivos de sol y playa en el Guadalquivir.
Pese a que el siglo XXI ha regresado de forma reiterada la idea de crear un espacio de baño artificial en la zona de Miraflores, nunca ha pasado de ser un simple proyecto que sólo los responsables políticos de turno vieron factible en sus sueños quiméricos. A día de hoy los baños permanecen prohibidos y la frondosa vegetación impide además estos usos recreativos en el río.
El origen de los baños urbanos reglados y autorizados se suele situar en 1750, cuando el obispo Francisco de Solís propuso una normativa para intentar que estas jornadas de ocio se celebrasen de acuerdo a lo que entonces, según los valores de la sociedad de la época, se entendía como decente. Se pretendían evitar «los graves desórdenes y perniciosos escándalos» que se venían observando en los veranos precedentes.
La principal disposición que adoptó el prelado, con el apoyo necesario del Cabildo de la ciudad, fue la de separar el baño de hombres y mujeres, que disponían de diferentes horarios -mucho más ventajosos los de los hombres- y espacios para poder refrescarse en el cauce del Guadalquivir. También se recordaba que ni padres ni hermanos podían acercarse a la zona de baño de señoras y se advertía en repetidas ocasiones que la pena impuesta por Iglesia no era cosa de broma: la excomunión.
Bañistas protegidos
Los siguientes testimonios normativos que se han conservado sobre los baños en el río proceden de la siguiente centuria, la del XIX. En ese periodo se mantenían las zonas acotadas de baño para hombres y mujeres, pero también se adoptaban una serie de disposiciones encaminadas a proteger a los bañistas, ya que el río tenía y tiene sus peligros y no son pocas las vidas que ha segado a la lo largo de la historia.
Destaca de ese periodo el hecho de que se empezó a establecer una concesión privada de la explotación de las playas, con el fin de que alguien se responsabilizase del cumplimiento de la normativa y de la protección de los bañistas. Se dispusieron barcas de vigilancia y apareció la figura de los buzos, paso a previo a los actuales socorristas.
El Ayuntamiento de Córdoba, a inicios de julio de 1860, publicó en la prensa local una amplia ordenanza reguladora de los baños a escasos días de que se abriese el periodo en el que estaban permitidos.
![Cuando Córdoba se bañaba en el río Guadalquivir](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/30/banos-guadalquivir-cordoba(2)-U73430525060dsd-624x350@abc.jpg)
El Consistorio señalaba en dicha disposición que el baño era posible en las dos orillas del Guadalquivir, entre el Molino de Martos y el Puente Romano, y prohibido en el resto de zonas. Se mantenían espacios diferentes para hombres y mujeres, con los matrimonios obligados a bañarse por separado, y los únicos que podían alternar en ambos espacios eran los niños menores de siete años.
Los menores de 12 años no tenían permiso de acudir a la playa solos sin acompañante adulto y se instalaban también casetas como vestuarios para que los ciudadanos pudiesen cambiarse de ropa para el baño con la necesaria intimidad.
En cuanto a las prohibiciones, se castigaba en el periodo de baños lavar ropa en el río o lanzar al mismo animales muertos y cualquier objeto que pudiese alterar el ocio estival de los bañistas. Tampoco se permitían juegos en el agua y se mantenían las barcas de vigilancia y los buzos, todo ello con el fin de evitar accidentes, que fueron siempre una preocupación.
Baños en el siglo XX
De finales del siglo XIX y principios del XX son las primeras fotografías que aparecen en el Archivo Municipal de Córdoba, entre las que destaca una realizada por el célebre fotógrafo granadino Rafael Garzón Rodríguez en la que se puede ver una manada de toros bañándose en el cauce, lo que da cuenta de los usos tan variados que tenía el Guadalquivir en sus diversos tramos.
![Cuando Córdoba se bañaba en el río Guadalquivir](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/30/banos-guadalquivir-cordoba(11)-U18127583445NPl-624x350@abc.jpg)
En cuanto a los baños humanos, hay un testimonio literario posterior, de 1930, en el final del reinado de Alfonso XIII. Apareció en el diario La Voz y lo firmaba el periodista Antonio Caballero Guadix, que traza una crónica de una tarde en la playa, en la que aparecen el barquero que cruzaba a los bañistas de orilla a orilla, los buzos, los grupos de amigas que acudían a refrescarse y también los adolescentes espías que trataban de saltarse la vigilancia para observar a las mujeres en ropa de baño, y que eran cazados en el pícaro intento.
Caballero relata también el regreso de los bañistas por la Ribera al atardecer, convertida en paseo marítimo, y la subida de los grupos de jóvenes aún con el pelo húmedo por la calle de la Feria y en dirección a sus domicilios.
Da vida a este relato a esta costumbre de los baños fluviables, que en nuestros días ha encontrado a un depurado cronista en el escritor y maestro de periodistas Francisco Solano Márquez. Como él explica, el de los baños en el Guadalquivir ha sido un tema que ha aparecido en diversas obras suyas y al que le he dedicado varios pasajes, siempre con pluma amena. En su obra 'Córdoba de la bicicleta a la vespa', aparecida en 2012, recordaba por ejemplo que el poeta de Cántico Ricardo Molina escribió un artículo sobre el río en los 50.
El autor las 'Elegías de Sandua' vivía muy cerca del río y le gustaba el ajetreo de jóvenes que desde el alba y hasta el anochecer se producía camino de la playa. Francisco Solano recupera también en ese libro la crónica negra de los baños, con textos del periodista granadino afincado en Córdoba Rafael Gago en los que se lamentaba la muerte de bañistas y las malas condiciones del río para estos usos.
![Imagen principal - Cuando Córdoba se bañaba en el río Guadalquivir](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/30/banos-guadalquivir-cordoba(8)-U35034142104poT-758x470@abc.jpg)
![Imagen secundaria 1 - Cuando Córdoba se bañaba en el río Guadalquivir](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/30/banos-guadalquivir-cordoba(1)-U32103311082wGI-464x329@abc.jpg)
![Imagen secundaria 2 - Cuando Córdoba se bañaba en el río Guadalquivir](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/07/30/banos-guadalquivir-cordoba(4)-U84504705408DtR-278x329@abc.jpg)
Según explica Solano Márquez en 'Córdoba de la bicicleta a la vespa', uno de los sucesos más conmovedores acaeció en mayo de 1960, cuando perecieron ahogados mientras se bañaban en los Peñones de San Julián los niños Manuel Rueda Flores, de 16 años, y Enrique Requejo Alcaide, de 13, cuyos cuerpos aparecieron flotando días después cerca del Puente Romano. Y un caso bastante singular sucedió también, según se relata en la misma obra, en 1951, cuando un pescador, para guarecerse de la lluvia, se refugió en la boca del colector y el caudal de agua lo arrojó violentamente al río.
Uno de los sucesos más tristes fue la muerte de dos niños de 16 y 13 años en el río en 1960
También se da cuenta en este libro de la actividad pesquera que en Córdoba se desarrollaba durante todo el año y que tenía a auténticos especialistas, que luego vendían sus capturas en la ciudad. Uno de los pescadores más expertos era Manuel Gálvez, un vendedor ambulante que en sus ratos libres frecuentaba el molino de Lope García y que capturaba cada año de 500 a 600 kilos de pescado. En el año 1956 se acotó para la pesca un tramo del río, y se repobló con especies como la carpa royal.
El propio Francisco Solano Márquez ha relatado los últimos años de esta playa, de los que proceden imágenes muy conocidas como la de los bañistas lanzándose desde el trampolín que se colocaba en el Molino de Martos o las de concursos de castillos de arena que promovía una marca de refrescos. Todo eso acabaría en 1975 con el cierre definitivo, que se produjo por razones de insalubridad del agua causadas por los vertidos. Coincidió esa decisión con la apertura de piscinas públicas como la del Fontanar o la del Figueroa.
La fauna en el río Guadalquivir en Córdoba, en imágenes
Los baños veraniegos comenzaron así a ser más seguros, pero Córdoba se quedó para siempre sin esa playa concurrida que hoy, como explica el propio Francisco Solano Márquez, sería inviable pues está completamente cubierta de frondosa vegetación. El regreso de los baños en el río, tantas veces frustrado, parece por ello quimera, aunque quedan imágenes de ese tiempo pasado en el que los cordobeses podían ir a la playa y refrescarse sin otro medio de transporte que sus propios pies.
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