Religión
El convento de Santa Marta de Córdoba, la alegre resistencia entre los muros de la clausura
Dos monjas jerónimas de muy avanzada edad guían el timón del cenobio más antiguos de la ciudad y se alzan como un ejemplo de vida contemplativa
El histórico convento de Santa Marta, un imán para las cofradías de Córdoba
![Las dos únicas monjas jerónimas que permanecen en el convento de Santa Marta, la priora, sor Fátima y sor María de Gracia](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/26/convento-santa-marta5-R0F5YWbfwcNUgCRIirws3HO-1200x840@diario_abc.jpg)
La vida en clausura no roba la sonrisa, la agranda. El dolor que atraviesa a veces la existencia puede entreverarse con el gozo y el amor. Lo personifica sor María de Gracia, monja jerónima de 83 mayos recién cumplidos, que reconoce sentir más juventud que hace muchos años.
Desde hace 17 está aquí y permanece acompañando a la priora, la madre Fátima, de 96 años de edad. Las dos encarnan el presente del convento de Santa Marta. Suena el tictac de un reloj en la sala en que las dos religiosas acogen con amabilidad a ABC para abrirle las puertas del monasterio y de sus propias vidas.
La única que queda propiamente de ese convento de Córdoba es la mayor, sor Fátima. Sor María de Gracia llegó desde el de Constantina para estar con ella y ésa es su única certeza en el presente, en que el convento permanece vivo.
El martes es el día en que se abre mañana y tarde para que los devotos le recen a Santa Marta y algunas voluntarias se encuentran cuidando con esmero las plantas del Patio de Recibo, que sigue impecable tras su participación en el concurso popular, en el que obtuvo un premio especial.
La hermandad de la Misericordia promueve una serie de visitas guiadas para dar a conocer el convento, la historia y la existencia de estas monjas. El cupo de la próxima, el 31 de mayo está ya completo.
![El claustro, conocido como patio del cinamomo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/26/convento-santa-marta2-U00203878607IGc-760x427@diario_abc.jpg)
En los patios de su monasterio sor María de Gracia siempre ha visto la belleza de la creación entera. Y siente desde su clausura, tan incomprensible para casi todo el mundo, la palpitación fraternal por todos los hermanos, aun por los que no conoce. Enclavado en la feligresía de San Andrés, es el convento más antiguo de Córdoba, puesto que fue fundado en el año 1464.
Ha tenido monjas de clausura durante 560 años de forma continuada. En tiempos de mayor esplendor llegó a acoger a la vez a 50 religiosas y antes de la Guerra Civil, a unas 30.
Ahí permanecen en pie todos los patios y el claustro con la sobriedad de sus celdas con cruces sobre las puertas. Es más conocido como patio del cinamomo por la espectacularidad de esa especie. El coro, la iglesia con su imponente portada del gótico flamígero y el retablo de Andrés de Ocampo resultan únicos.
![Puerta de una de las celdas](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/26/convento-santa-marta8-U11846702416uTZ-760x427@diario_abc.jpg)
Capiteles romanos en el claustro, las pinturas al fresco de los siglos XVII y XVIII en el coro hablan de lo que fue no hace tanto. En el siglo XIX estuvo entre estos muros san Antonio María Claret y, al comprobar que había diferencias en la vida de las religiosas en función de su clase social, acabó con eso. También alberga tumbas de religiosas y dos bibliotecas.
El convento tenía un túnel, hoy tapiado, que accedía a la huerta en la trasera del hotel Alfaros, lo que da idea de su vasta extensión. Después llegan los detalles, la belleza de las imágenes. Hay dolorosas, crucificados, cuadros y hornacinas. El sosiego le habla al mundanal ruido de que otro modo de vivir es posible y necesario.
![El refectorio, que ellas siguen utilizando a diario](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/26/convento-santa-marta9-U83042222861sRe-760x427@diario_abc.jpg)
El silencio también es un grito a contracorriente que lanzan al siglo XXI. La decisión de optar por la contemplación supuso renuncias. Sor María de Gracia habla de la maternidad, una de las renuncias más difíciles en su momento para ella, pero lo superó con creces, sin arrepentimientos. Pero era «una fuerza que yo sentía», asegura mientras habla apasionadamente sobre el poder de la vocación, que iba dejando escuchar en la juventud y aun enamorada.
Natural de Zamora, entró con 27 años de edad en el Monasterio de la Orden Jerónima de Madrid. Luego la destinaron a Constantina. Estudió Arte (incluso cómic) y Teología, y tiene publicado el libro 'Tu Palabra me da vida', en la editorial Almuzara, con la lectio divina del año litúrgico y dibujos suyos.
Llegó a Córdoba en 2007 para arropar a cinco religiosas que fueron muriendo (en este punto asoma algo de tristeza en su expresiva voz) y su ley de vida ha sido «tener los ojos puestos en el Señor».
Las jerónimas basan su actividad en clausura en el estudio de la Sagrada Escritura, el cuidado de la liturgia y la hospitalidad (hubo hospedería, pero no en la actualidad). También cosían y bordaban mantelerías y juegos de sábanas para ajuares. De ello da buena cuenta la luminosa estancia, la sala de labor, en la que quedan bastidores sobre una gran mesa.
Y antaño vendieron dulces conventuales de otro cenobio de Cáceres, como se puede apreciar si se mira el torno, hoy inmóvil y reconvertido en altarcito de la Virgem. El refectorio es inmenso, ahora ellas dos sólo ocupan una pequeña parte en una mesa que hace esquina.
La vida habla
Sor Fátima y sor María de Gracia personifican un ejemplo de vida consagrada. «La vida va hablando», asegura la segunda y no cae en la preocupación, pues «la mano de Dios nos conduce». No les queda nada más, están las dos solas, pero no se sienten así ni tampoco abandonadas, muy al contrario.
La primera precisa más atenciones, pero sor María de Gracia tiene mayor autonomía, pese a algunos problemas de movilidad que solventa con las muletas.
Además, reciben la ayuda de las hermanas de la Cruz y de voluntarios para la limpieza y el mantenimiento. La madre federal «está siempre pendiente de nosotras» y la hermandad de la Misericordia es otro pilar fundamental para ellas, así como el capellán, el sacerdote Antonio Gil, «que nos quiere muchísimo, no nos deja sin misa nunca». La eucaristía dominical, a la una, registra mucha asistencia durante todo el año.
El teléfono fijo suena en varias ocasiones. Son muchos los que cotidianamente se interesan por saber cómo están. ¿Qué pasará en el futuro inmediato? A sor María de Gracia no le tienta irse porque «aquí me han mandado y aquí estoy, mi vida no es complicada». Aun con tantos nexos en común, ellas dos encarnan a dos tipos de mujeres distintas: una entró de manera más tardía y otra más tempranamente. Sor María de Gracia «había vivido y luchado mucho en la vida, por eso me ha ido todo bien», reconoce.
El presente
Lejos de sentirse solas, tienen la colaboración de las hermanas de la Cruz, los voluntarios de la cofradía de la Misericordia, su capellán y la madre federal
Le da mucha importancia a «los signos. La vida te va hablando, la vida está llena de palabra y si la escuchas das pasos seguros». Ella asegura que nunca ha tenido problema de vocación ni de recuerdos anteriores. En el momento crucial de decantarse por tomar el hábito, hacía su oración y le decía a Dios que su corazón estaba ocupado, dice, en referencia a que estaba enamorada.
Pero sentía la llamada, era sencilla, y él «fue al final el único que me ayudó y estuvo yendo al monasterio un año» hasta que tomó el hábito. La madre maestra los acompañaba y un día ya le dijo ella «Es segura mi vocación. Y ya no volví a saber más de él». Al despedirse, él le dijo: «No pienses en ti, no pienses en mí, a partir de ahora vas a ser completamente libre. ¡Es verdad! Si te das a Dios, se vuelca», confiesa.
Esa lucha no la compartió nunca con otras monjas jóvenes que no habían vivido una situación así. Sobre la desoladora falta de vocaciones responde que «estamos todos hechos para esta profundidad. Aquí he aprendido a vivir en profundidad, altura y largura. Es un mensaje para el mundo». Sabe de lo que habla, pues fue maestra de novicias 16 años.
![Lugar del coro desde el que las monjas toman la comunión](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2024/05/26/convento-santa-marta4-U75815717338OaG-760x427@diario_abc.jpg)
Tiene muy claro que «no es necesario que el mundo me conozca. Sí es muy necesario que yo viva y, si yo vivo, estoy generando vida para los demás. Me cabe dentro el mundo entero y esto es lo que me hace feliz, lo que me hace vivir más allá de mí misma, me hace conocer a Dios». La sencillez y la esperanza rezuman en su conversación.
Sor Fátima, que entró en el monasterio de Toledo con 16 años de edad, es priora del de Córdoba desde hace tres décadas. Su día a día es la oración. Explican entre las dos que cada día comienza a las 5.30 horas, rezando. Se suceden los laudes; tercia, la hora del Espíritu Santo; sexta, a mediodía; nona, a media tarde; vísperas por la tarde; y completas por la noche antes de dormir. Mientras, la paz junto a los naranjos y limoneros, el canto de los pájaros parecen de otro mundo.
Sor Fátima nació en El Casar de Talamanca (Guadalajara) y entró en el convento muy joven. Ambas tienen familiares y en común algo que les marcó para siempre, quedarse huérfanas de madre muy pronto.
El tiempo dictará cuál es el destino que le aguarda al convento de Santa Marta, que custodia un patrimonio artístico, histórico, humano y eclesial incalculable. Un ambicioso inventario recientemente ha registrado todos sus bienes porque late el deseo de que este monasterio no se pierda.
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