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Verano

La belleza de Córdoba y las calles estrechas: la épica del turismo a 40 grados

El calor merma el número de visitantes, pero no los corta por completo, porque incluso en estas semanas abundan los turistas extranjeros

Planos antiguos, datos parcos y 'fake news': un día en la piel de un turista por Córdoba

Elena, Guillaume y sus hijos, junto a la Mezquita-Catedral de Córdoba Rafael Carmona
Luis Miranda

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Cuando Elena y Guillaume llegaron a Córdoba junto a sus hijos buscaron información en la oficina de turismo sobre lo que podían hacer en la cuidad en los últimos días de julio. Esperaban patrimonio y rincones, planes de ocio y quizá algo para los chicos, pero no la recomendación que escucharon: «Lo mejor es la piscina».

Lo cuentan antes de la una de la tarde de un lunes, cuando toman unos bocadillos en los soportales de la Mezquita-Catedral, en la calle Cardenal Herrero. El termómetro ya está por encima de los 30 grados, pero ellos están a la sombra, en la calle Cardenal Herrero. Vienen de Madrid y visitan la ciudad por primera vez. «Nos habían dicho que hacía calor y desde luego que hace mucho calor, pero queríamos visitar la ciudad, porque no la conocíamos», relata Elena.

Y no es que la capital de España sea un sitio fresco en esta época del año, pero aún así los días, y sobre todo las noches, dan un respiro que en Córdoba no tienen. Elena, Guillaume y sus hijos son algunos de los que estos días encarnan turistas épicos que visitan la ciudad en sus días más cálidos, justo cuando en los mapas de España Córdoba está en las tonalidades más intensas del rojo o del morado.

Como otros viajeros, Córdoba es una parada en mitad de la ruta, porque después, cuando terminen de disfrutar de la ciudad y de su patrimonio, seguirán hacia Portugal y allí tendrán, esperan, un clima mucho más suave a la orilla del mar. La ciudad les está gustando y la estancia les vale la pena, porque hay mucho que ver.

Visitantes en el muro norte de la Mezquita-Catedral de Córdoba Rafael Carmona

Eso sí, adaptándose a los horarios. «Madrugamos bastante, para aprovechar el fresco de las mañanas, y después a la hora de la siesta nos recogemos un poco, para continuar luego, ya de noche», dicen. Y de noche esperan conocer Medina Azahara, porque saben que es importante, pero también que con estas temperaturas y sin sombra hay que esperar a que el sol se vaya.

A esas horas el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral, el corazón monumental y espiritual de Córdoba, no tiene el aspecto ferial de la temporada alta del turismo, pero todos los visitantes tienen que hacer cola en la taquilla, aunque sea de tres o cuatro personas, y quienes las revisan en el acceso no dejan de trabajar. Hay actividad, aunque se sepa que es un día en que se superarán los 40 grados y hay alerta naranja.

«Nos levantamos temprano y nos adaptamos para evitar las horas de calor»

Elena y Guillaume

Turistas de Madrid

El Patio de los Naranjos está lleno de árboles, no sólo los que dan nombre, y para hablar los turistas buscan la sombra de uno de ellos. Elena Pascual ha venido a visitar a unos amigos de Córdoba, acaba de comprar las entradas y era consciente de que la ciudad en este tiempo es muy cálida.

Pero también es para ellos una visita corta, y sobre todo tiene el aliciente de estar con gente querida. «Lo llevamos bien, aunque sobre todo por la noche se nota que hace mucho calor», cuenta mientras camina en busca de las naves de la Mezquita-Catedral, más hermosas y más frescas.

En el muro norte, el que separa la sala de oración del patio, hay jóvenes que se han sentado para disfrutar un poco de la sombra. La temperatura es la misma, pero la radiación es mucho menor y allí toman algo de agua, descansan y reponen fuerzas para continuar con un camino que por fuerza tendrá que ser intenso si quieren disfrutar de Córdoba.

Se nota entonces y se confirmará después: hay más turistas extranjeros que nacionales. Los que viven en España siempre pueden aprovechar algún puente o unos días en mitad del año para evitar los más de 40. Los que llegan desde el extranjero habrán cogido un avión y no siempre tienen fácil desplazarse a otro país.

Al abordar a una joven que va con su padre ella contesta en un castellano casi nativo, pero en el grupo que se ha formado para dirigirse al gran monumento de Córdoba se escucha la inconfundible música del italiano. Y sí, Valeria Balma es de Turín y está pasando su primer día en Córdoba. Viene de Sevilla y el martes se marcha hacia Granada. ¿Calor? «Puede ser peor, pero por lo menos es seco y no húmedo», cuenta.

«Hay calles estrechas para protegerse y en agosto más gente de la que parece para disfrutar Córdoba»

Rafael Soldevilla

Guía

Córdoba le está gustando y disfruta mucho del viaje, aunque tenga que protegerse de las altas temperaturas. «De todas formas, en Turín también hay días a 38 grados», dice Massimo, su padre. Pero Valeria matiza que las mínimas son mucho más bajas. Turín está al pie de los Alpes, es fría en invierno y en las noches de verano «hay que llevar sudadera».

Visitantes en la Calleja de las Flores Rafael Carmona

Bajo la Puerta del Perdón hay una guía que habla en inglés a un grupo que está a punto de entrar y no muy lejos hay guías voluntarios que tienen que explicar la Mezquita-Catedral a los peregrinos de todo el mundo que estos días visitan la ciudad antes de llegar a Lisboa para la Jornada Mundial de la Juventud. Vienen de Italia, Nicaragua, Perú, Polonia y Estados Unidos, y en muchos de estos lugares, sobre todo de Latinoamérica, ya saben bastante del calor.

«Para ellos es mucho menos importante que la belleza de nuestra Mezquita-Catedral», afirman. Hablan ellos del paisaje internacional del turismo en este tiempo y lo corrobora otro de los guías, Rafael Soldevilla, que está en la calle Cardenal Herrero, y que se esfuerza para intentar desmentir la fama de que Córdoba sea una ciudad imposible en verano. Al menos en el Casco Histórico, y sobre todo en las vías del corazón monumental, «en Córdoba se puede disfrutar, porque está llena de calles estrechas».

«Podría ser peor, pero es un calor seco. En nuestra ciudad de noche hay que llevar sudadera»

Valeria Balma

Turista de Turín

Su formación le sirve para recordar cómo los omeyas, que venían de Siria y por lo tanto también conocían el clima cálido, construyeron calles muy estrechas, por las que el sol apenas pasa, y están en sombra casi todo el día. Y ahora, incluso en julio y en agosto, no hay más que pasar por la Calleja de las Flores para comprobar el ambiente fresco, al que ayudan las macetas.

No es mala opción, recuerda, porque hay menos gente, y quedarse en la ciudad es más económico. «Vienen sobre todo turistas extranjeros, como ingleses, italianos y franceses, y muchos van o vienen de la costa, porque saben que en Córdoba hay un patrimonio riquísimo», relata.

Turistas en la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos Rafael Carmona

Un dato interesante llega al hablar de agosto: es un mes con turismo. Quizá julio sea el que menos visitantes atraiga, pero el octavo mes del año está mejor que enero, febrero o diciembre, que son más flojos, «aunque no pueda acercarse a abril, mayo u octubre, por ejemplo». Y como las noches son más frescas, algunos saben que pueden disfrutar de la ciudad en ese tiempo con media España de vacaciones.

«Lo que más hemos notado son las temperaturas de noche, pero teníamos ganas de venir»

Elena Pascual

Turista de Madrid

Lo que ha dicho el guía se constata en la calle Céspedes, donde la sombra da un respiro y casi parece que no hay alerta naranja. En Taberna Ágora, Juan Antonio León se esmera con las mesas, porque pronto llegarán los extranjeros, que comen desde las 12.30 y las 13.00, y buscan «cosas frescas y típicas de Córdoba». Cenan a las 19.00, en busca de la noche y de algo de fresco, si puede ser, en la terraza. La ciudad vive a pesar del calor.

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