Y Bellido mandó parar en el Casco

El regidor ya aseguró el viernes que «había que dar una vuelta» a estas celebraciones en esta zona de la capital y fijó una línea roja: las citas populares que no puedan desarrollarse como tales y que se conviertan en botellones «desaparecerán». Le fue suficiente al primer edil que la chavalería, como se preveía, quisiera convertir el pasado fin de semana Colón en un enorme bar a cielo abierto para que mandara parar.

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Baltasar López

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Cierto es que toma la decisión con red: no quedan ya celebraciones de este tipo a desarrollar en el Centro y el Casco en 2024 y Capitulares, ante el malestar de las hermandades que las organizan -tienen en ellas una vía de ingresos para su sustento y el de su obra social-, abre la puerta a que se puedan recuperar en 2025, siempre y cuando no generen problemas de convivencia. El banco de pruebas serán las próximas Cruces, con los cambios que se quiere introducir en ellas para luchar contra las concentraciones de jóvenes en torno al alcohol. Esperemos que, si no hay avances notables en la materia, el Consistorio siga interpretando la melodía que ha empezado a tocar ahora y que no autorice verbenas en el corazón de la ciudad.

Lo de recuperar este tipo de fiestas es una buena idea global pero a día de hoy desafina con que se celebren en el Centro y el Casco. La parte antigua de la ciudad es ya el epicentro de las celebraciones en Córdoba y no parece necesario sumarle más eventos que puedan suponer molestias añadidas a quienes residimos en sus calles.

De este episodio, sale tocado el edil de Fiestas y Tradiciones, Julián Urbano. Por segunda vez en lo que va de mandato, ha perdido de forma notoria el compás que marca el regidor. Le sucedió con las Cruces. Y le ha vuelto a pasar ahora, cuando minimizó las incidencias que se produjeron en Santa Marina. El mensaje desentona, y mucho, con el que lanzó el alcalde sólo días después.