pasar el rato
Jugar fuera de casa
Es física y metafísicamente imposible que el Córdoba CF pierda todos los partidos a domicilio
Por mucho que lo intente, el Córdoba CF no lo conseguirá. Sabemos que se está esforzando, que los jugadores ponen el alma en el empeño, que por ellos no quedará. Aunque resulte cruel, hay que desengañarlos y volverlos a la realidad, antes de que ... la cosa mental, como diría su reflexivo entrenador, hunda al equipo en los abismos de la depresión. Es imposible, es física y metafísicamente imposible que el Córdoba CF pierda todos los partidos que le quedan por jugar fuera de casa. No podrá alcanzar el fracaso absoluto, desengáñese. Siempre habrá algún equipo diezmado por la gripe en lejanas tierras. Cierto que hasta ahora no ha ganado ninguno de los nueve partidos jugados en las tinieblas exteriores: ocho perdidos y uno empatado. Ese empate es una mancha en el paisaje deslumbrante del fracaso. Y como esa mancha, vendrán más.
Si todo es como parece que va a ser, el Córdoba se quedará un poco por debajo de la mitad de la tabla al terminar la temporada. En el medio no está la virtud, sino la mediocridad. Tendría más nivel quedar el último, sin haber conseguido un solo punto en toda la Liga. La pureza en el desastre. Su equipo de fútbol es la manera que tiene esta ciudad casi perfecta de hacerse soportable a sus hijos, y a los mismos visitantes. «¿Quién soportaría a la esposa dotada de todas las perfecciones?», escribió, aproximadamente, Juvenal, creo que en la Sátira VI. No me parece una cita inadecuada en este clima de filosofía deportiva, y doy el texto del que procede por si los jugadores quieren llevárselo a Valencia el próximo día 14. Si van a perder de todas formas contra el Levante, no será lo mismo hacerlo mientras leen a Juvenal. Lo que a uno le apasiona del fútbol no es la posibilidad de alcanzar la gloria en calzoncillos, que incluso un socialista tan tosco como Luis Roldán consiguió con ese atuendo, y no era más que director general de la Guardia Civil.
Lo que de este deporte me atrae irresistiblemente es el pensamiento de los entrenadores. El modo de expresarlo, más bien. Fijémonos en el profesor Iván Ania, que apacienta el equipo local. Para explicarle a la afición que como en casa no se está en ninguna parte, y que la felicidad reside en la mesa camilla, el brasero y una copita de ojén al caer la tarde, dijo esto: «Lo que nos pasa fuera de casa creo que es un tema mental». Un hombre así se hubiera colocado a la cabeza de los Siete Sabios de Grecia, en el siglo VI antes de Cristo, que pronto volverá a nacer en Córdoba. Coincido sin reservas con el pensador moderno, y cuando estoy lejos de casa únicamente tengo ganas de llorar, y me pongo la guitarra de Vicente Amigo en el teléfono móvil. Así es difícil meterle un gol ni al Maristas Alevines. Miles de aficionados vagan sin consuelo por las calles de Córdoba y se refugian en los bares, atormentados por el desconcierto. ¿Cuál es la solución a los problemas del equipo de sus dolores? Escuchemos al entrenador. Se le ocurrió la idea después del partido contra el Málaga: «Si queremos escalar en las posiciones, debemos ganar». Sería una falta de respeto no dar por terminado aquí el artículo.
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