Balonmano
Más que un adiós, la historia de un Prasa Pozoblanco que abrió el camino a la Liga Asobal
Posición
El Pozoblanco, primer club cordobés que alcanzó la élite, retiró el equipo hace una semana por problemas económicos
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![Histórica plantilla del Prasa Pozoblanco que jugó en Asobal en la temporada 1996-1997](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/espana/2022/10/11/prasa-balonmano-asobal-RxCILPj9CZtl6rGBq9RboPK-1240x768@abc.jpg)
La noticia de la retirada del BM Pozoblanco de la Primera Nacional pone un punto y aparte a la historia de un equipo que fue pionero en la provincia, un equipo al que luego otros siguieron en la estela de estar en la máxima categoría del balonmano español, la Liga Asobal. Es inevitable echar la vista atrás a una historia que suena a Prasa Pozoblanco, a la demencia taruga —como era conocida la afición—, a tardes de llenos absolutos en el Juan Sepúlveda, a tocar el cielo con equipos que el aficionado era casi capaz de recitar de memoria. Es la historia de cómo una localidad de poco más de 17.000 habitantes tocó la gloria a través del balonmano, a través de un deporte que hoy camina por otros derroteros.
El Balonmano Pozoblanco, conocido más allá de las fronteras pozoalbenses como Prasa por ese su patrocinador más importante en sus mejores años, fue el equipo que enseñó el camino al ARS de Palma del Río y al Ángel Ximénez de Puente Genil conformando los tres el gran tridente del balonmano en la provincia de Córdoba. Pero fue el equipo pozoalbense el primero en llegar a la cúspide. La historia de este equipo comenzó en 1987, aunque las bases se empezaron a sentar en los patios del colegio Ginés de Sepúlveda, aunque no fue hasta aquel año cuando se estrenó en competición, en una Segunda Territorial en la que acabó en cuarta posición. Tan solo un año después, el equipo pozoalbense confirmó su apuesta decida y cerró la temporada sin perder ningún partido consiguiendo el campeonato y el ascenso a Primera Territorial.
Después, bajo el nombre de Grapesa Pozoblanco, se buscó el ascenso a Segunda Nacional algo que se consiguió en la temporada 1990/1991. Ahí empezarían las historias con esas fases de ascenso que no siempre le fueron bien y que se repetirían en Segunda B, porque ese paso a Primera Nacional no se consiguió hasta el tercer intento. Luego la historia se fraguó también en los despachos con el arranque del patrocinio de Prasa, clave en la historia del club porque llegó a abarcar prácticamente el 50 por ciento del presupuesto del equipo. Esa relación se estrenó de la mejor manera posible porque en la temporada 1994/95 el equipo consiguió el ascenso a la División de Honor B, la segunda división.
Un novato arriba
La primera temporada del Prasa Pozoblanco en la División de Honor B no siguió los cánones establecidos, ese equipo de un recóndito pueblo del norte de la provincia no se comportó como un novato, todo lo contrario. Durante gran parte de la competición, los vallesanos miraron a sus rivales desde el lugar privilegiado que permite el ser líder, aunque llegaron a la última jornada de liga con la necesidad de empatar en Málaga para amarrar la segunda posición y ascender a la máxima categoría del balonmano español. No ocurrió, el Prasa perdió por una diferencia de nueve goles, pero esta vez la suerte le sonrió por un resultado de terceros. La derrota del Toledo ante el Altea dejó al Prasa en esa segunda posición y ya sí tocando la gloria del ascenso de la mano de Paco Castillo, hombre clave en la historia de este club como director del banquillo vallesano.
El sueño fue efímero, apenas una temporada en Asobal después de una primera vuelta más que aceptable y una segunda donde las cosas se complicaron. Pero la corta duración del sueño de estar en la élite no empañó el trabajo realizado, las tardes de balonmano en un Juan Sepúlveda que respondió en cada encuentro, la suerte de poder ver pasar por Pozoblanco a algunos de los mejores jugadores de la época. Mereció la pena.
Los desajustes presupuestarios como resultado de tener que hacer frente a estar en Asobal y las consecuencias se verían años después, fundamentalmente cuando Prasa dejó de ser patrocinador por razones obvias, pero para eso todavía quedaban algunos años. En lo deportivo, el equipo entraría en esos continuos intentos por ascender, en otros años duros de encontrarse a sí mismo, de reducción de presupuestos, de ajustes económicos que tuvieron su extensión en los diferentes equipos.
Reacciones, mucha tristeza
La historia del BM Pozoblanco guardaría todavía una mañana más para recordar, una mañana sin un final feliz, pero de esas que crean afición. Fue el 30 de mayo de 2010 cuando el Prasa jugó la final del play off de ascenso a Asobal tras haber ganado el día anterior al Helvetia Anaitasuna. Le esperaba en aquella final el Rayet BM Guadalajara, que a la postre recuperaría catorce años después su condición de equipo de Asobal, gracias a una tanda de penaltis en la que el Prasa cayó con un fallo de Eduardo Escobedo.
Un penalti que cambió la historia. De regresar a Asobal pasó a olvidarse de ella para siempre. El trayecto empezaría a truncarse porque las miradas hacia arriba tuvieron que voltearse ante la retirada en la temporada 2011/2012 de Prasa como patrocinador y la División de Honor B dejó paso a la Primera Nacional para ser realistas con la situación.
Desde entonces, la situación no ha sido fácil y así lo cuenta Pedro García, quien fuera director deportivo de la entidad y también concejal de Deportes del Ayuntamiento de Pozoblanco. El sentimiento que le invade es de «tristeza, mucha tristeza» porque «después de pelear durante quince años por este club, que su historia acabe así es triste, pero todos sabemos que mandan las cuestiones económicas».
«Entiendo a la junta directiva, pero mi sentimiento es de tristeza», indica Pedro García, que incide en que durante sus años de pertenencia al club «nunca se barajó la retirada del primer equipo, se tomó la determinación de dar el paso atrás cuando Prasa dejó de ser patrocinador y nos tuvimos que reinventar, pero nunca se planteó esa situación«. Respecto al apoyo del Consistorio, García invita a »escuchar primero lo que tiene que decir la directiva, en qué situación se ha tomado esta determinación y luego ver si se podría haber dado más apoyo«.
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