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apuntes al margen

Acción y reacción

La alcaldesa Ambrosio realiza los primeros gestos para intentar embridar a sus socios dentro y fuera del gobierno municipal

Acción y reacción v. m.

r. r.

Tres gestos de la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, parecen intentar centrar el debate político, la acción, del cogobierno municipal que en sus primeros días ha estado protagonizado, casi en exclusiva, por el impulso de Izquierda Unida. La petición de disculpas a las cofradías por los excesos verbales, las declaraciones en el desayuno de Europa Press sobre el poder de las asambleas y la decisión de enfriar el recargo del IBI a las viviendas vacías han otorgado una sensación de que el PSOE está intentado embridar -«sostener, sujetar, refrenar», dice la Real Academia- el furor con el que Pedro García y los suyos han llegado a la sala de máquinas de Capitulares.

Quizá esta anécdota valga para algo. Hace apenas unos días, el concejal Emilio Aumente (PSOE) y la edil Alba Doblas (IU) presentaban las conclusiones de la Junta de Gobierno Local, el «consejo de ministros» del Ayuntamiento. Uno de los puntos del orden del día era rechazar las alegaciones presentadas por el Cabildo sobre el conflicto de propiedad abierto por la inmatriculación de la plaza del Pocito allá por el año 1987. Aumente informó que el Cabildo había expresado por escrito su pretensión de sentarse a negociar con el Ayuntamiento antes de que el asunto llegase a los tribunales de justicia. El teniente de alcalde de Seguridad afirmó que la institución municipal, como es normal, estaba abierta a llevar a cabo cualquier conversación que redundara en el bien común. Doblas saltó como un resorte. «El dominio público no se negocia», dijo. Una cuestión de actitud, que cantaba Fito Páez.

Durante los primeros compases del mandato, el PSOE optó por dejar hacer incluso con anuncios que, en privado, reconocía que no les gustaban un pelo, que generaban conflictos innecesarios con entidades y colectivos que, en el futuro, podían ser necesarios para el Ayuntamiento. El caso del IBI es paradigmático. Ambrosio nunca llegó a la Alcaldía con un discurso de movidas tributarias de las que carga el diablo. De hecho, todo lo contrario. Y la medida genera dos problemas básicos independientemente de su legalidad: si se centra en entidades financieras (que tienen unos abogados buenísimos), se hará justo cuando la Corporación municipal volverá a pedir préstamos para inversiones, unos 15 millones de euros en 2016. En segunda instancia, puede elevar la tributación en ciudadanos que tienen una vivienda desocupada a su pesar o por una explicación no especulativa (el hijo que se casa, la persona que ha buscado trabajo en otra ciudad, los ahorros de toda la vida, quien no ha podido venderla o alquilarla con una remuneración justa). Los socialistas saben que esa no es la línea de una alcaldesa moderada lo que explica el movimiento de abrir el grifo del agua fría tras sacarse de la chistera ideas -ay, Mercedes Mayo, cuánto trabajo te espera- como desligar los contratos de Emacsa de cualquier demostración fehaciente de que el piso en el que se vive se está ocupando con el permiso expreso o tácito de su dueño.

El PSOE se ha movido bien -ahí es donde triunfa Susana Díaz tras darle el portazo a Podemos- en la escala de los grises en un tiempo político donde lo que prima es el blanco o el negro. El triunfo electoral en ciudades simbólicas -Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cádiz- de una determinada izquierda parece haber generado la reacción de que o se está en un lugar concreto o se está fuera de onda. Ada Colau es el nuevo canon. La enorme fuerza con la que esos alcaldes llamados populistas -sinceramente, no he conocido a ninguno que no lo fuera- llegaron al cargo ha contrastado con evidentes problemas de gestión, de desconocimiento del funcionamiento de la Administración e inexperiencia de los equipos de trabajo.

La pregunta sobre el bipartito con sidecar que gobierna en Córdoba es obvia. Exactamente, ¿quién manda aquí? ¿Isabel Ambrosio, Pedro García, la asamblea de Ganemos? ¿Todos? ¿Cada uno en lo suyo? ¿Depende del día? No resulta improcedente -aunque a alguno le parezca improcedente todo lo que se le pregunta- que se deje claro si este es un gobierno municipal del PSOE tradicional o renovado, de la Izquierda Unida que pretende quitarle el sitio a Podemos antes de las próximas municipales o de una mescolanza extraña que al final acabe pagando la ciudad.

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