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PERDONEN LAS MOLESTIAS

CAIPIRIÑA

ARIS MORENO

Para coronar este gran despropósito, ahí tienen a los señores parlamentarios cobrando dietas hasta en vacaciones

DICE Wikipedia que la dieta es un concepto extrasalarial que tiene como finalidad la compensación por gastos de manutención y alojamiento ocasionados como consecuencia de la situación de desplazamiento del trabajador. De esta definición se deduce, en toda lógica, que si no hay gastos extraordinarios derivados de la labor profesional no debe de haber compensación. El argumento es de cajón y aplicable como norma general. Salvo que usted sea parlamentario andaluz. En ese caso, puede mandar el concepto dieta a tomar viento fresco y hacer de su capa un sayo.

Ahí tenemos el ejemplo indecoroso de las dietas de agosto. Los señores diputados cobran compensaciones por manutención y desplazamiento mientras refrescan caipiriña a pie de playa. Es otro concepto de dieta que no viene recogido en la Wikipedia. Porque, oiga, la Wikipedia no es perfecta. Se trata de un tipo de enciclopedia virtual diseñada para la clase trabajadora y la clase trabajadora cuando se pide un menú a cuenta de la empresa solicita la factura correspondiente.

Aquí hablamos de otra cosa. De un sobresueldo encubierto disfrazado de dieta. Doscientos euros del ala cada semana aunque el señor parlamentario resida a tiro de piedra de su escaño. En total, ochocientos euros fijos al mes. Decimos fijos porque se cobran aunque el diputado no tenga un mísero almuerzo de trabajo ni se desplace por razones profesionales. La cantidad se eleva a 1.640 euros mensuales si vive a más de 300 kilómetros del Parlamento andaluz. Y a 2.000 si es portavoz de grupo. Ustedes ya me entienden. Todo ello, naturalmente, sin facturas ni milongas que compliquen innecesariamente la labor de nuestro representante público.

Lo de agosto es de nota. Los señores parlamentarios cobran dieta diga lo que diga la Wikipedia y se ponga como se ponga la opinión pública. Si de lo que se trata es de profundizar en la desafección ciudadana, desde luego, vamos por el camino correcto. A ese propósito se prestan los diputados con singular tenacidad. Hoy con el pufo de las dietas y antes de ayer con un incremento clandestino para sus señorías de la mesa del Parlamento.

Aquel deplorable episodio (otro más) tuvo lugar en mayo de 2013. Los parlamentarios acordaron de tapadillo subirse las dietas. 500 euros los portavoces adjuntos y 400 el presidente del Parlamento. Por lo visto, con los 2.000 euros en dietas más 1.537,37 euros de complemento más 3.020,29 de sueldo base no era suficiente retribución en un periodo de crisis de caballo y caída libre de los salarios.

Los señores diputados fueron sorprendidos por un periódico local. De la misma manera que la suegra es pillada in fraganti sisando azúcar de la despensa. Ahí la quiero ver, señora. Entonces llegó la vergonzante rectificación y tuvieron que salir sus señorías con la cabeza gacha de la despensa en fila de a uno. Así vamos. Como aquel asunto lastimoso de los 62 diputados del Congreso que cobraban 1.800 euros por dietas de alojamiento cuando disponían de vivienda propia en Madrid. Muchos de ellos, presumiblemente, apretaban el botón de la congelación de pensiones y el de la rebaja salarial en aras del austericidio que todos ustedes conocen. Y la broma, parece ser, se sigue perpetrando a día de hoy sin que a nadie se le caiga la cara de vergüenza.

Así, en este plan, nos vamos cargando la respetabilidad del sistema y el prestigio de la democracia cucharada a cucharada y granito a granito. En la degradación del modelo público de representación siempre se puede descender un peldaño más. Ánimo. Ya no nos quedan tantos.

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