Un ciclo literario para ahondar en la figura del Gran Capitán

«De haber sido Gonzalo Fernández de Córdoba inglés o francés, ahora mismo se le conocería profusamente en todos los rincones del mundo, y hasta Hollywood habría elaborado grandes superproducciones en su honor, pero es español y de Montilla, y apenas se tiene conocimiento de su interesantísima figura histórica y mítica», según explicó ayer a ABC el escritor José Calvo Poyato. Por esta razón, el Gran Capitán va a ser el protagonista indiscutible de las III Jornadas de Historia y Literatura, que se celebrarán entre mañana y el próximo día 6 en la Sala Vimcorsa de Córdoba, para desvelar quién y cómo era y para que el público se aproxime a él, ahora que se cumple el 500 aniversario de su muerte, abundó quien será su coordinador,

Y esa aproximación a Fernández de Córdoba se hará desde muy diferentes perspectivas: literaria, histórica, artística, militar o «conociendo el mundo en el que vivió y cómo era la Córdoba de entonces». Y es que el Gran Capitán «fue un hombre de su tiempo», es decir que habiendo nacido en la Edad Media acabó muriendo en pleno Renacimiento, «y eso lo supo asimilar él muy bien, porque se adaptó como un guante a la época en que le tocó vivir», explicó el coordinador de las jornadas.

En este sentido, por ejemplo, en su retiro obligado a Loja (Granada) «montó una especie de pequeña corte donde recibió a pintores, poetas y otros artistas y se interesó igualmente por las pinturas que había en el Monasterio de los Jerónimos, porque el Gran Capitán actuó como un mecenas providencial, muy preocupado por las artes, y eso era propio ya del Renacimiento».

En cualquier caso, si por algo es realmente conocido Fernández de Córdoba es por sus hazañas militares, que encumbraron tanto amigos (su figura fue tratada por autores del peso de Cervantes, Lope de Vega o Quevedo) como rivales, dándose la circunstancia de que en plena Revolución francesa la novela más leída fue «Gonzalve de Cordoue», escrita por el caballero Florián en 1791, «y fue un auténtico best-seller de la época», recordó Calvo Poyato.

«Revolucionó por completo el arte de la guerra y, con su visión de futuro, instauró el germen de lo que serían los Tercios, que se pasearon por los campos de batalla europeos en los siguientes siglos sin contar apenas con rivales de su talla. También fue de los primeros en usar espías, «porque consideraba que contar con información detallada del enemigo era primordial para vencer».

Además, como político también supo destacar. «Fue virrey de Nápoles, quizá el segundo o tercer cargo más importante del reino entonces y la gente le aclamaba por las calles», apuntó el coordinador. Y no era un títere precisamente de los Reyes Católicos. «Los llegó a desobedecer abiertamente, por ejemplo, cuando se le ordenó que expulsara a los judíos de Nápoles, porque eso iba contra los intereses del reino y contra los ideales que se le inculcó en la familia», señaló Calvo Poyato, quien añadió que realizaba siempre una muy detallada relación de todas las cuentas de su cargo, «algo que bien podrían tener en cuenta los políticos actuales».