Hazte premium Hazte premium

CRÓNICAS DE PEGOLAND

LA FERIA

RAFAEL RUIZ

Tener un modelo. Eso es lo que hace falta en esta ciudad donde todo se sabe de forma cosmogónica, total

POR si no han tenido bastante feria, ahora empieza la Feria. Esa, la de Nuestra Señora de la Salud, vulgo de mayo, que ahora nos llega a cara de perro, sin nuestro consabido debate sobre el modelo de fiesta con el que, cada año y sin que falte uno, nos calientan la cabeza los que siempre tienen un modelo de algo. Gracias, sobre todo, a que en esta ciudad de Córdoba tenemos más gente con modelos en la cabeza que en la redacción de «Vogue». Porque el cordobés, ya se imaginan, conoce las cosas de forma cosmogónica, global. Como Hawking sabe del tiempo o Umberto Eco de semiótica.

La Feria es de esas cosas estupendas para tener un modelo porque los modelos implican, en realidad, lo que a las santas gónadas del orador se le ocurre en cada momento. Políticamente, no tener un modelo es lo primero que se le critica a un representante público o, incluso, a Isabel Ambrosio, que es como Alfonso Guerra con el orfidal tomado. Porque lo relevante no es que las calles estén limpias, funcionen las farolas o se recoja la basura a su hora. Qué demonios. Lo que importa es el modelo. El concepto.

Tengo la sensación de que todos los cordobeses han leído a Thomas Khun aunque ellos no lo sepan aún. Hubo un tiempo, afortunadamente pretérito, en el que el mundo se dividía entre quienes habían tenido «La estructura de las revoluciones científicas» en sus manos y quienes no, objetivamente peores desde el punto de vista del materialismo histórico. El libro era un coñazo supino —como todas las biblias ideológicas— pero decía que la ciencia no avanza en línea sino que se mueve por paradigmas o modelos erosionados por contradicciones hasta que transmutan en otro concepto donde circulan las ideas de cada tiempo. Dicho todo ello con un aparataje de palabras lo suficientemente grueso como para tomar a alguien en serio.

Lo que importa de la Feria de Mayo es el modelo de la fiesta, los supuestos teológicos que sustentan el todo. Porque lo mejor de esta ciudad, particularmente entre sus vecinos más tontos, es lo bien que traza rayas para que lo aceptado quede en el lado correcto de la vida. Es decir, la Feria refinada y folk de los tradicionales o la alternativa de tofu y sushi de ese pujante sector de burgueses bohemios. Conocidos en Francia, directamente, como bobos, con esa capacidad infinita suya de convertirse en modelos éticos de una sociedad decadente que los necesita.

El modelo. Repiten con delectación los ideólogos, los que tienen su cabeza perfectamente ordenada y nos la quieren ordenar a los demás. Esos grandes estadistas conocidos en su casa que dictaminan dónde queda lo moderno, lo chulo, lo políticamente correcto. La forma cordobesa de divertirse, el espectáculo al que no debemos asistir. Lo necesario que es salvar a los catetos de sí mismos aunque la mayor parte de los catetos no necesitemos a nadie que nos salve salvo de los pelmas del modelo de Feria, de Córdoba, del mundo.

LA FERIA

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación