PRIMERA PLANA
MOURINHO DE PALCO
El presidente del Córdoba CF debería asumir que el gran rival es otro descenso, en vez de buscarse adversarios
El Barcelona protagonizó el último y humillante fotograma del descenso a cámara lenta del Córdoba CF en la temporada de su regreso a Primera tras 42 años de ausencia. Muchos factores han influido, incluso algo de mala suerte, en que lo que podía haber sido una tragicomedia con final feliz sacrificado y en el último segundo acabara en un drama de tal nivel que la afición llevaba tantas jornadas llorando que, cuando el sábado se certificó el regreso a Segunda, ya no quedaban lágrimas. Tampoco ayudaba a que brotaran un presidente, Carlos González, que ha distanciado a la entidad blanquiverde de la hinchada con sus actitudes chulescas y con esa visión mercantil de tratar al club como si fuera una fábrica de tornillos. No se entera aún de que a una planta fabril no van miles de cordobeses a animar a sus trabajadores, por mucho que lo merezcan —seguro que más que la plantilla que han tenido Ferrer, Djukic y Romero— o de que la gente no se pinta la cara con los colores corporativos de su industria más cercana.
De lo que sí fue el Córdoba CF una factoría fue de incorporar cedidos. Se construyó así un equipo sin la suficiente calidad para regatear con éxito el reto de la salvación y superarlo. Hasta 14 jugadores prestados ha habido, un cubo de Rubik demoniaco que no hay técnico que lo solucione.
El mandamás salió y dijo que la culpa del batacazo ha sido «sólo mía», pero advirtió de que «dimitir no es la solución». Eso hace que su mea culpa suene más falso que si aparece Simeone y afirma que se convierte al juego de toque. Aunque el colectivo —«sólo son 22 tíos en calzonas tras una pelota»— crea que esto únicamente es perder una categoría deportiva, se equivoca. El descenso se notará en otros campos que no son El Arcángel. El más claro ejemplo: según un estudio de la Universidad Loyola, el ascenso a Primera fue un fichaje de lujo. Estimó que elevaría el PIB provincial, al menos, un 0,2%. Es una desgracia perder este refuerzo de campanillas, más cuando necesitamos todos los goles, y son muchos, para remontar la eliminatoria con la crisis.
Sólo queda que González aparque esa sensación que da de estar esperando a hacer la jugada financiera de su vida con la venta del Córdoba CF y que se arremangue para, con mucho trabajo, formar una plantilla de garantías e intentar volver al cielo. Tener un buen plantel será vital. Conocemos clubes como el Tenerife y el Racing de Santander, que, tras ser expulsados del paraíso, pasan una temporada en el limbo de la Liga Adelante y se precipitan al infierno de la Segunda B. Otro descenso, que sacudiría las cuentas como si las marcara el levantinista David Navarro, es el auténtico y mayor rival. Bien haría el presidente en asumirlo, en vez de ir buscando adversarios donde no los hay con esa actitud altiva de «Mourinho de palco». Lo malo, para nosotros, es que él no ha ganado nada comparado con el luso, que es insufrible, pero eficaz.
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