DESCALABRO BLANQUIVERDE
Las claves de un descenso anunciado
La mala planificación en verano condicionó un año humillante

Séptimo descenso en los 60 años de historia blanquiverde. El Córdoba certificó el sábado el regreso a Segunda con una humillante goleada ante el Barcelona (0-8) en El Arcángel. La pérdida de la categoría era la crónica de un descenso anunciado desde hace meses que ha tenido varias claves. Carlos González, presidente y propietario de la entidad blanquiverde, aparece como responsable máximo de un fracaso brutal que ha tenido la siguientes causas:
Mala planificación deportiva
El presidente asume como válidos los aires de «jogo bonito» que le propone Albert Ferrer. El técnico, con permiso de González, arma un bloque descompensado. Con varios jugadores por puesto y con número suficiente, pero con evidentes signos de falta de calidad en unas zonas (portería y laterales) y una superpoblación en otras (mediapuntas y pivotes). El equipo quiere jugar a algo que no puede en la élite. Ahí comienzan los problemas que ninguno de los tres entrenadores de la temporada (Ferrer, Djukic y Romero) han solucionado. Además, la política de fichajes es rácana, con poca inversión y mucha cesión. Un caldo de cultivo fatal en el tramo final de una campaña humillante.
Cambios sin fruto en invierno
González asume parte de los errores e intenta dar la vuelta a la tortilla en el mercado invernal. Un dicho popular asegura que «las plantillas se hacen en verano y los milagros en enero». Pues, esta vez Pedro Cordero, director deportivo, no pudo obrar el milagro que consiguió un año antes para conquistar el ascenso. La llegada de cinco jugadores mejoró la plantilla, pero no se tradujo en resultados. Además, no se corrigieron errores en la portería y los laterales. Arriba, la apuesta por Florin mejoró. En el medio, Krhin brilló. Individualidades dentro de un caos en el vestuario. Djukic quería pasar de 26 jugadores a 22 y se quedó con el mismo número. Otro fallo del club.
Futbolistas sin calidad ni fe
El cúmulo de fallos en la planificación desemboca en una plantilla sin calidad para jugar en Primera y con una acusada debilidad mental para creer que la salvación era posible. La falta de implicación de muchos jugadores (hasta 14 cedidos) se evidenció con las salidas nocturnas (hubo expedientes para varios). El vestuario se convirtió en un reino de grupos sin unión. Incluso, futbolistas como Bebé, Ghilas o Fede Cartabia son los claros ejemplos de futbolistas con clase a los que su afán egoísta e individualista los engulló en perjuicio del equipo. Jamás ha habido un líder en el vestuario o en el campo. Ninguno de los tres entrenadores fue capaz de atajar los problemas de indisciplina.
Nefasto en El Arcángel
El Córdoba ha sido un desastre en su estadio. Sólo ha ganado un partido esta temporada como local (al Granada, penúltimo clasificado). Además, sólo ha ganado dos partidos en el último año en casa. Así es imposible cualquier objetivo. El conjunto blanquiverde lleva 17 jornadas sin ganar y apenas suma 20 puntos en 35 encuentros, una cifra de las peores de la historia de la Liga.
Crisis social
La afición posiblemente ha sido lo mejor de la temporada. De hecho, todavía es alabada a nivel nacional por el apoyo a sus colores pese a la situación del equipo. Pero la brecha entre los dirigentes y los seguidores es cada vez más evidente. Hay un clima de tensión continua que no beneficia los objetivos de la SAD. La crisis social es el gran problema de la era González.
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