agricultura
La factura de la luz asfixia a los regantes
La tarifa se ha encarecido un mil por ciento desde 2008 y piden un contrato flexible

La tarifa de la luz se ha vuelto un dolor de cabeza crĂłnico para los regantes. Siete años despuĂ©s de que latarifa especĂfica-más barata- se suprimiera por mandato de la ComisiĂłn Europea al no permitir que ningĂşn sector productivo se beneficiase de tarifas especĂficas, el recibo de la luz de estos agricultores se ha disparado casi un 1.000%. Ese encarecimiento pone en peligro la continuidad de estos cultivos en AndalucĂa, al suponer hoy más del 40% de los costes de una explotaciĂłn agrĂcola de riego.
A lo largo de estos años el sector ha venido demandando al Ministerio de Industria la puesta en marcha del contrato de temporada flexible, esto es, una tarifa elĂ©ctrica basada en el carácter temporal del riego (normalmente de abril a octubre), en la que se facture por la «potencia real utilizada y no por la potencia teĂłrica contratada. Es decir, que paguemos cuando usamos el agua pero no cuando no la consumimos, lo que nos equipararĂa al resto de los sectores productivos», en palabras de Carlos Mesa, director del área de TecnologĂa de Asaja y uno de los principales impulsores de esta demanda a nivel nacional.
Pagar cuando se riega
Con esta propuesta «no queremos pagar menos, sino que paguemos cuando reguemos, no en los meses en los que no lo hacemos y que son, prácticamente, la mitad de año», señala. Esta organizaciĂłn apunta tambiĂ©n su compromiso con la eficiencia energĂ©tica al añadir otro punto más a este contrato: que los que lo suscriban se comprometan a tener un porcentaje de ese consumo en periodo valle (momento en los que otros sectores productivos consumen menos energĂa), hecho que «contribuirá al mejor funcionamiento del sistema elĂ©ctrico español», pues ayudará a no sobrecargarlo en las horas punta de demanda.
Asaja valora positivamente los «esfuerzos» del Ministerio de Agricultura tendentes en paliar en parte la alta tarifa elĂ©ctrica y que se concretaron en diciembre pasado en dos medidas. La primera, la reducciĂłn del 85% del llamado «impuesto de la electricidad» y que se ha traducido en un ahorro del 4,1% en la factura energĂ©tica de los regantes. La segunda, de carácter fiscal y dirigida a los agricultores que van por mĂłdulos, con un nuevo Ăndice corrector del 0,80% para cultivos de regadĂo que usen electricidad. En total, esta organizaciĂłn estima que el ahorro en coste elĂ©ctrico se eleva al 5,11% que, aunque significativo «no es suficiente para compensar la subida progresiva de la tarifa».
En estos momentos las organizaciones agrarias están a la espera de una reuniĂłn con Industria, previa mediaciĂłn del Ministerio de Agricultura que les apoya, para tratar de desbloquear el problema que, como Mesa recuerda, estuvo a punto de solventarse con el anterior Gobierno de RodrĂguez Zapatero y en cuyo mandato se produjo la prohibiciĂłn comunitaria. En aquel entonces la orden de la tarifa flexible estuvo a punto de publicarse en el BOE, pero fue el Ministerio de EconomĂa quien la desautorizĂł por cuestiones dinerarias porque el coste fijo, es decir, la potencia contratada, la recauda el Estado y vieron en esta medida una reducciĂłn de ingresos, recuerda Mesa. «Y ello a pesar de que esta nueva modalidad de tarifa es tĂ©cnica y jurĂdicamente compatible con las exigencias de la ComisiĂłn Europea», añade.
AsĂ, el coste de la factura de la luz ha ido subiendo progresivamente para los regantes. SegĂşn las cifras aportadas por Asaja, el regadĂo ocupa en AndalucĂa 1.100.000 hectáreas, el 25% de la superficie agraria Ăştil y aporta más de 6.500 millones, esto es, el 65% de la producciĂłn final agraria, generando el 64% del empleo agrĂcola en la Comunidad y el 14% del empleo total regional. Con estos nĂşmeros en la mano, el sector considera que la continuidad del riego depende directamente de la contenciĂłn de la factura elĂ©ctrica.
«El margen de los regantes ya es muy escaso», dicen las asociaciones
A ello hay que sumarle el esfuerzo del sector en los Ăşltimos años por modernizar sus sistemas de riego, todos ellos tendentes a reducir el consumo por medio de sistemas de goteo y/o aspersiĂłn. En concreto, los agricultores andaluces han invertido más de 2.000 millones en modernizar sus regadĂos, lo que ha permitido bajar el consumo de agua entre un 30 y un 50%. La situaciĂłn es «tremendamente delicada», asegura. A su juicio, la perdida de competitividad del sector «ha sido brutal y el margen de los agricultores de regadĂo es muy escaso». Pone como ejemplo el hecho de que en la pasada campaña la bajada del precio en origen de algunos cultivos de regadĂo, como el maĂz, «tuvo consecuencias desastrosas al dejar a miles de explotaciones con un saldo negativo».
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