VERSO SUELTO
YA NO ES HORA
«El Córdoba está a punto de bajar a Segunda División», decía la noticia de la que sólo se enteraron por un grupo de guásap
«VAYA por Dios», dijo el empresario que ni fabrica ni da servicios ni tiene a gente en plantilla. «No puede ser», clamó el dueño de bar con terraza, cerveza de tubo y ensaladilla con guisantes y atún escaso y revenido. «¿Y ahora qué hacemos?», pensó el dueño de hotelito de habitaciones angostas que firmó a favor de hacer pública la Mezquita. «Habrá que pensar algo», clamó el político a aquellos que tenían que escribir memorias y notas. «El Córdoba está a punto de bajar a Segunda División», decía la noticia que recibieron en un grupo de «guásap», ya que lo cierto es que no miran demasiados periódicos y su contacto con el fútbol se limita a los espacios en que cuentan que Messi se ha metido el meñique izquierdo en la fosa nasal derecha. «Con lo bien que jugó el día del Madrid, que tuvimos al grande contra las cuerdas, dijeron todas las crónicas, no sé cómo ha podido pasar», pensó el experto en cosas de la cultura que no lee poco antes de que le dijeran que habían pasado tres meses y diez derrotas desde aquel día.
«La de millones que se va a perder la ciudad, con lo bien que nos venían en esta crisis», dijo el empresario con posibles que no quiso pagar publicidad en el estadio. «Córdoba va a estar siempre en el tercer mundo del fútbol, pero qué se va a esperar de esta ciudad tan pasiva», dijo el abonado a plataforma digital que se gasta en teles de pago casi lo que valdría un asiento en El Arcángel.
«De poco sirve lamentarse. Habrá que decirle al Estado gendarme, que tanto estorba a la libertad individual y a la iniciativa privada, que tenga alguna idea para que los sectores que mueven el dinero tengan clientela de fuera sin tener que recurrir a eso tan vulgar de invertir; ya que machacan con impuestos, al menos que los impuestos sirvan», pronunció a voz en grito el teórico liberal que trabaja en una Universidad pública desde hace décadas. Y el gurú de la cultura terció entonces, con voz aguardentosa y en la mano el cigarrillo recién terminado de liar: «Esto pasa desde que la ciudad no quiso ser valiente y conseguir ser Capital Europea de la Cultura para 2016, que ya nadie se acuerda de que es el año que viene. Si hubiesen creado cien asesores más se habría podido hacer un dossier mucho mejor donde además de la cultura gitana se hablase de la aportación del poso cultural morisco y de los resabios de los japoneses que llegaron remontando el Guadalquivir; habría directores creativos en cada barrio, repartiendo camisetas azules e implicando a la ciudadanía, y habrían creado empresas culturales que habrían trabajado para la Administración y a la vez serían viveros de empleo para los amigos».
«A mí no me miren, que yo he preparado para junio una magna, que aunque en la estética se queden en mediana le va a venir de perilla a las empresas de autobuses, a algunos hoteles, a las bandas deseosas de derramar sones de fe y a los floristas», terció con orgullo cierto experto. Y el dirigente que decía hablar en nombre de los agentes económicos se mesaba los cabellos: «Con lo contentos que nos pusimos, que ya era hora de que tuviéramos al equipo en Primera División, ahora bajan. A ver si los políticos se inventan algo, que me veo en las asambleas diciéndole a los que tienen negocios que inviertan, a los sindicalistas que no habrá nada para cursos de formación y a los ciudadanos que el futuro de Córdoba depende de ellos, y no de que venga Míster Marshall».
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