DESDE MI RINCÓN
AMAR ES, SOBRE TODO, COMPRENDER
Meter la mano en el bolsillo de los españoles con arrogancia sólo lo hace un gobierno al que le importa poco la forma de recaudar
UNA actitud negativa puede llevarnos a percibir las cosas de la peor manera posible. Hablando de la cosa pública, esta actitud puede generarse debido a los comportamientos de aquellos que gobiernan las instituciones. Comportamientos que nos hacen perder la seguridad, la esperanza y el optimismo en que las cosas puedan cambiar a mejor mientras ellos sigan en el poder. Confieso con toda humildad que no me gusta ser negativo. Aunque cuando se pierde la fe en conseguir ese «cambio» tan necesario en las personas que nos gobiernan, el ser positivista deja de ser virtud para convertirse en imprudencia.
Las últimas elecciones deberían hacernos reflexionar. Sobre todo al partido que deja en delicada situación a la derecha sociológica de Andalucía. Una respuesta positivista de ese varapalo sería decir que eso se hubiera evitado si la derecha hubiera votado al menos malo. Como practicar el «mínimax» o teoría económica que, en determinadas circunstancias, aconseja tomar aquella decisión que minimice el daño que se espera si gana el adversario. El voto útil que pedía el PP no es sino una invitación para actuar así. Puede que en un momento concreto esa decisión sea buena. Pero de eso a hacerla normal va un abismo. Es necesario decir lo que sentimos, aunque eso pueda confundirse con negativismo.
En esta misma columna decía la semana pasada que los que mandan en el PP deberían preguntarse si han gobernado con «amor y empatía o, por el contrario, han primado formas y maneras poco amorosas y cuasi despóticas, para conseguir eso de lo que tanto alardean que es recaudar». No he tardado en conocer la respuesta de boca del responsable de la Hacienda Pública. El ministro Montoro en una entrevista radiofónica afirma «Yo, esto de la piel, el cariño y la empatía lo dejo para otros. Se dice que el Partido Popular le falta empatía. Lo que necesitamos son datos». Respeto sus palabras y para su tranquilidad le digo que personalmente no echo de menos su cariño. Aunque es cierto y públicamente lo reconozco que han sacado a España de un atolladero económico, no es menos cierto que las formas, maneras y alternativas para conseguir ese objetivo podrían y deberían haber sido diferentes. Meter la mano en el bolsillo de los españoles, de la forma que se ha hecho y se sigue haciendo, con arrogancia y sin la menor consideración con los sufridores, sólo lo hace un gobierno que le importa tres pepinos el daño que esa manera de recaudar hace a quienes confiaron en ellos. Y eso acarrea lógicamente la pérdida de votos de la que venimos hablando.
Decía Francoise Sagan que «amar no es solamente querer, es sobre todo comprender». Esperemos que comprendan y rectifiquen, antes de vernos obligados a buscar, con urgencia, mejores sitios donde poner nuestra confianza en el futuro.
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