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sociedad

Así somos los cordobeses 30 años después

Más mayores y dependientes, longevos, con un mayor desempleo y menos hijos por cada hogar

Así somos los cordobeses 30 años después abc

m. p. a.

El Instituto de Estadística de Andalucía (IEA) ha actualizado los indicadores regionales y provinciales que cada año proporcionan una capa de pintura sociológica a la radiografía territorial. El resultado: un retrato del cambio social de los cordobeses en tres décadas, desde primeros de los 80 hasta 2015.

Más mayores, algo más independientes y perezosos en el compromiso; en hogares variopintos, con más recursos económicos y disfrutando de mejores servicios -en un nivel de vida más caro y sin ser ricos-, pero en una economía abocada al terciarismo y su temporalidad. Con menos peso en Andalucía del que teníamos antes. Con un mercado laboral más grande, pero un desempleo disparado. Niveles formativos medios más cerca de los estudios básicos que de los superiores (un 20 por ciento de las cordobesas de más de 16 años está sin estudios)...

¿Cómo han cambiado los cordobeses y sus hábitos sociales en las últimas tres décadas...? Ambos se casan más tarde y el hombre con más edad de media que la mujer. Los varones han pasado de tener 26 años a 31,4 para hacer votos de amor eterno; mientras que sus compañeras, de 23,6 a 29,5. Estos indicadores llevan, por lógica, a que en el presente, las cordobesas tengan su primer hijo a los 31,5 años (dos y medio más que a comienzos de los 80). Vamos, en casa, menos habitantes: de cuatro a poco más de dos de media. Ítem más, los hogares unipersonales en el caso de las mujeres copan ya casi el 40 por ciento.

Y, además, dada la nutrida incorporación femenina al mercado laboral (el 85 por ciento de féminas en esa edad, están ocupadas hoy frente a un 25 por ciento en 1981), el número medio de hijos baja de 2,6 a 1,3. La mitad. En este sentido, llama la atención otro dato: el porcentaje de nacimientos fuera del matrimonio se ha multiplicado por 15 en estas tres últimas décadas. Uno de cada tres bebés, para ser exactos.

Somos más cordobeses que hace 33 años (casi 80.000 más), pero pesamos menos en la tarta regional porque nuestro estirón no ha sido de matrícula. Hemos envejecido, se han perdido diez puntos de adolescentes y niños y casi se ha duplicado el porcentaje de cordobeses mayores de 65 años. No es extraño que una cordobesa esté entre las españolas con la esperanza de vida media más alta del país: 85,2 años. En tan sólo tres décadas, este promedio ha crecido más de cuatro años. En el lado masculino aún ha sido mayor el incremento: siete años. Pero ellos viven seis años menos que sus compañeras (79,1).

Estas décadas han servido para laconfiguración de una arquitectura pública que ha disparado su tamaño para llegar al último confín prestando un servicio, mejorando una calidad de vida con un elevado coste parejo. En paralelo, las condiciones económicas no tienen nada que ver (otra moneda incluida) a lo que en 1981 suponía el tejido productivo provincial o la renta de los cordobeses. Lo que no invalida, por otro lado, que el paro siga siendo la gran lacra.

La tasa de desempleo ha pasado del 13,85% en 1980 al 33,63 de 2014. O que los pilares de nuestra economía adelgacen y desvíen toda la fuerza hacia uno solo: el sector servicios, que representa el 68% del valor añadido bruto. En contraposición, el peso del campo se ha reducido dos tercios (solo supone apenas un 6%, con el mismo nivel de subsidio), y el de la industria -joyería o metalurgia- se haya visto mermado del 21,7% al 15,4%.

En 1981 había menos porcentaje de parados en Córdoba, como también menos tasa de actividad en la población. En concreto, once puntos menos, ni la mitad de la provincia estaba disponible para un empleo. El mayor estirón lo han dado las mujeres, como se ha dicho, pero también han terminado con la mayor tasa de paro (una de las más altas de Andalucía, por cierto). Curiosamente, la tasa de actividad del hombre ha bajado en este tiempo del 72% al 65%.

Las cosas han mejorado. Es indiscutible según los datos. Los afiliados a la Seguridad Social han aumentado un 50 por ciento. O la renta disponible bruta per cápita se ha multiplicado por cuatro, pasando de 2.703 euros en 1986 (primer dato del IEA) a los 11.881 de 2011 (último disponible para Córdoba). Al igual que la remuneración media del asalariado se ha triplicado (de 9.315 euros anuales a 28.565). Eso sí, la variación de precios testada entre 1993 y 2014 llega al 80 por ciento del valor de la cesta de la compra. Poder de compra que ha triplicado con creces el parque móvil disponible.

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