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crónica negra de córdoba

Parricidio por celos en el Puente Romano

El 25 de junio de 1902, Felipe Varo cosió a puñaladas a su mujer junto a la efigie del Arcángel; finalmente, fue absuelto

Parricidio por celos en el Puente Romano rafael carmona

d. d.

Uno de los enclaves más emblemáticos de Córdoba, el Puente Romano, fue escenario de uno de los crímenes que ocuparon la portada de los periódicos y las revistas del pasado siglo: el parricidio perpetrado por Felipe Varo, que asesinó a su esposa, Josefa Peña, por serle infiel y abandonarle. El relato aparece recogido en el libro «Crónica negra de la historia de Córdoba. Antología del crimen», escrito por el exmagistrado de la Audiencia Provincial de Córdoba Antonio Puebla Povedano y el comadante de artillería en la reserva José Cruz Gutiérrez.

Según relatan los autores en las páginas de esta publicación, editada por la Librería Luque, la relación de esta pareja fue mal avenida desde su matrimonio. Tras casarse, Felipe y Josefa instalaron su hogar conyugal en Villaviciosa, en una casa alquilada a Francisco Rodríguez Calro, alias «Curro el Montillano». Según recoge el libro, «Josefa se 'lió' con su casero, por lo que su marido, para evitar maledicencias, decidió cambiar de domicilio e irse a vivir con su esposa y el hijo de ambos, de corta edad, a un rancho de la Sierra cordobesa».

Una vez en su nueva morada, la mujer volvió a serle infiel a Felipe, en este caso, con un tal Juan Martínez Gracia. Una vez más, el marido engañado instó a Josefa a que hiciera las maletas: se marchaban a vivir a la capital.

Una vez en Córdoba, Josefa continuó viéndose con otros hombres, mientras su marido se esforzaba por convencerla para que dejase sus relaciones paralelas. No solo no consiguió su propósito, sino que la esposa decidió abandonarlo, a él y al hijo de ambos.

Hasta seis puñaladas

El 25 de junio de 1902, Felipe, desesperado por conseguir que Josefa volviera con él y se encargase de su vástago, fue a buscarla al Campo de la Verdad. «La encontró cerca de la iglesia, sentada en un poyo y en compañía de varios hombres [...]», relatan Puebla y Cruz en su texto, y comenzó a hablar con ella. Ambos echaron a andar, camino del centro. Cuando estaban cruzando el Puente Romano, la discusión se elevó de tono, hasta el punto que la mujer llegó a decirle a su persistente marido que «renegaba de él y de su hijo».

Entonces, Felipe sacó una navaja y, cuando se hallaban a la altura de la imagen de San Rafael, comenzó a apuñalar salvajemente a la desdichada Josefa, «causándole una herida en el esternón, otra en la mano derecha, dos en el brazo izquierdo, una en el antebrazo derecho y una más en la espalda, que fue la que acabó con su vida», recoge el libro.

El tribunal popular que se encargó de juzgar a Felipe lo declaró no culpable de los hechos, aunque sí autor de los mismos. Condenaron, de este modo, la «conducta desordenada e infiel» de la mujer. El fiscal recurrió la decisión, pero, según los autores, «se desconoce su suerte».

Parricidio por celos en el Puente Romano

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