RELIGIÓN

«El lenguaje del Papa es sencillo, pero profundo, como el de Jesús»

Juan José Scannone, profesor de Bergoglio, ofrece una conferencia en Córdoba sobre la Teología del Pueblo

«El lenguaje del Papa es sencillo, pero profundo, como el de Jesús» VALERIO MERINO

LUIS MIRANDA

-¿En algún momento pensó en Jorge Bergoglio como en alguien que podía llegar a ser Papa?

-En la elección de Benedicto XVI se dijo mucho, y luego algunos lo corrobararon, que había tenido votos. Pero ahora estaba posibilidad y no pensaba que fuera probable que lo eligieran, porque después de la renuncia de Benedicto XVI, ya anciano y enfermo, pensé que eligirían a uno más joven.

-¿Qué rasgos tiene en el carácter para hacerse querer?

-Habla un lenguaje que todo el mundo entiende. No es que sea superficial: es muy profundo, pero sencillo, como Jesús. Todo el mundo lo entendía, pero decían que hablaba con autoridad. Lo mismo pasa con Bergoglio, que toma tema de la substancia del Evangelio: la misericordia, el amor a los niños, a los enfermos, inválidos. Creo que habla de la revolución de la ternura: la gente lo siente muy cerca y aún los no cristianos encuentran en él un rostro de la Iglesia que antes, al menos para ellos, no aparecía tanto: ese rostro más evangélico, más misericordioso, más cercano a la gente y sobre todo a los que sufren. Los romanos lo adoran y él no es ni siquiera italiano.

-¿Qué queda por conocer de él?

-Muchas, pero una importante es que yo creo que es un hombre, y en eso tiene realmente espiritualidad ignaciana, de discernimiento espiritual. No sólo para sí mismo o para otros, sino para el gobierno de la Iglesia. La regla de discernimiento espiritual ignaciana también se puede aplicar al gobierno de una comunidad y en este caso a una comunidad nada menos que universal, que es el pueblo fiel de Dios. Por eso el se le acepta con cariño.

-¿Reconoce en las palabras y gestos del Papa esos rasgos?

-En «Evangelii Gaudium», ciertamente. Y además en los gestos: era muy concorde con la Teología del Pueblo su salida al balcón. Primero se quería mostrar como obispo de Roma: hay toda una revalorización de la colegialidad en la Iglesia, sin quitar el valor del Papa. Eso por otro lado lo pone en diálogo con otras iglesias cristianas, sobre todo las ortodoxas, pero también muchas protestantes. Una de sus categorías más queridas es la Iglesia como pueblo fiel de Dios. Que por un lado revaloriza el papel del laicado, porque todos somos Iglesia, y también está en la línea del diálogo del pueblo de Dios con los pueblos de la tierra, que inculturan y encarnan el Evangelio en las culturas. La fe que no sea cultura no es una fe vivida, ya lo decía Juan Pablo II.

-¿Y eso para el Papa es importante?

-Le da mucha importancia, y a la otra cara de la moneda, la inculturación, el hecho de que el Evangelio transforme las culturas: no sólo los corazones de las personas, sino la conciencia colectiva de los pueblos, que eso se expresa en el arte, la filosofía, la política, la economía. O debería expresarse. En 1985, en una conferencia tocó muy bien ese tema: la encarnación de la fe en la cultura, el sentido de la vida y las dimensiones de la cultura. La Iglesia no se identifica con ninguna cultura europea, pero tiene que encarnarse y transformarlas todas. Por eso habla del rostro multiforme y pluriforme de la Iglesia. La figura del poliedro, donde las diferencias están en comunión, no de la esfera.

«El lenguaje del Papa es sencillo, pero profundo, como el de Jesús»

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