Buzos profesionales: precisión, coraje y riesgo extremo en las profundidades
Andalucía puede presumir de contar con grandes profesionales y empresas dedicadas al buceo industrial
Son grandes desconocidos al desarrollar su trabajo bajo el agua pero se juegan la vida a diario
BUZOS ITALIANOS A BORDO DE TORPEDOS: CUANDO LA REALIDAD SUPERA A LA FICCIÓN
Titulación, estar en buena forma física, inglés, coraje y vocación. Son los requisitos que deben tener los buzos industriales, unos trabajadores de precisión que se juegan la vida a diario, aunque son los grandes desconocidos para la mayoría de la población al desarrollar su ... trabajo bajo el agua. Movistar Plus nos acercará a su realidad con la película 'Los Tigres', dirigida por Alberto Rodríguez y protagonizada por Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, cuyo rodaje se desarrollará entre otros, en escenarios naturales de Doñana, en Huelva, y en Algeciras, en Cádiz.
Andalucía, por su extenso litoral y especialmente el Estrecho de Gibraltar, por su intensa actividad marítima, cuenta con numerosas empresas dedicadas al buceo industrial y con grandes profesionales. ABC ha visitado una de estas empresas para hacer emerger de las profundidades y sacar del anonimato a estos buzos y el trabajo que realizan, poniéndoles rostro y nombre. Se trata de MacPherson Servicios Subacuáticos, ubicada en el Puerto de Santa María, en Cádiz, y que presta servicio nacional e internacional.
¿Qué hacen estos buzos? El ámbito de actuación es sumamente amplio. Intervienen en obras hidráulicas, reparación y ampliación en puertos, muelles y diques, emisarios, tuberías, y todo tipo estructuras sumergidas, como gasoductos y oleoductos. No sólo en el mar sino todo lo que requiera estar bajo el agua, como pantanos, depuradoras, centrales térmicas y eléctricas o lugares con aguas contaminadas, es decir, incluso entre aguas fecales, y en los monumentales atascos que provocan las toallitas. Nada es imposible para ellos.
Con un equipo que ronda los 60 kilos de peso —sólo el casco pesa 16— deben sumergirse y realizar trabajos de suma precisión muchas veces en condiciones extremas por corrientes marinas o nula visibilidad, y sortear cualquier imprevisto. «Ninguna inmersión es igual a otra», reconoce Daniel Macpherson, director de esta empresa y experimentado buzo.
Los cascos llevan linterna, cámara, válvulas y sistema de comunicación para estar siempre en contacto con la superficie, desde donde les suministran el oxígeno. Al traje, de neopreno y de una sola pieza salvo los guantes, incorporan el umbilical, lastre, herramientas, botellas de oxígeno auxiliares... El umbilical es clave: «Todo está previsto para que si el buzo pierde el conocimiento o sufre algún incidente se le pueda sacar del agua. Ante cualquier dificultad solo hay que pulsar el recuperador para sacarlo», añade.
¿Cuánto tiempo pueden aguantar sumergidos?. «No hay límite de autonomía, técnicamente tienen todo el tiempo del mundo porque el suministro de oxígeno procede de la superficie, aunque por normativa no deben sobrepasar las tres horas de inmersión», agrega MacPherson.
El principal riesgo es el ahogamiento, aunque los equipos son cada vez más seguros. Cada buzo tiene cinco fuentes independientes de suministro de aire, por lo que la probabilidad de que se interrumpa es muy reducida. Eso sí, no nunca están exentos del riesgo.
Cada año deben superar un reconocimiento médico que es de los más exhaustivos de los existentes. «Es una profesión de mucho riesgo en un entorno muy hostil y todos los estudios apuntan a la degradación de la salud que esta profesión provoca con el paso del tiempo», explica este directivo.
Además de tener la titulación reglamentaria y las horas de inmersión exigidas, deben saber identificar los problemas y solucionarlos. Se convierten así, en inspectores, soldadores, mecánicos y todo lo que la embarcación o la instalación sumergida pueda necesitar.
En el apartado de buques, estos profesionales trabajan no sólo en cargueros o grandes portacontenedores, sino en todo tipo de embarcaciones, también en cruceros. «Hacemos todo lo que un buque pueda necesitar que hagamos bajo el agua, desde lo más básico, que son las inspecciones rutinarias, a las inspecciones clasificadas, que están supervisadas por unas sociedades para garantizar que la embarcación cumple con todos los requisitos mínimos exigibles en la navegación internacional. Somos los ojos de la inspección. También efectuamos reparaciones, limpieza y pulimento de hélices, entre otras muchas cosas», explica a ABC.
Esta empresa prestó servicio durante un año en el crucero italiano 'Costa Concordia' que, tras una maniobra errática del capitán, encalló en 2012 tras chocar con una roca frente a la isla de Giglio, en Toscana. Hubo 32 muertos y más de 60 heridos, y fue necesario evacuar a más de 4.200 personas. «Para mí ha sido el sumun de las operaciones de buceo en las que hemos estado involucrados. Había que desmontar toda la estructura. Me tocó la peor cara de la moneda, eso sí, rescatar a un compañero de otra empresa que murió al quedar atrapado».
La parte menos romántica de la profesión, al menos para el resto de los mortales, es el trabajo con aguas residuales y fecales, donde los trajes son completamente herméticos: «Algunas depuradoras en las que hemos trabajado no tenían planos y nunca se habían limpiado. Entrar en un espacio de diez metros de diámetro con cuatro bombas y poder ubicarte, con visibilidad cero, es muy complicado, todo un desafío. Por ejemplo, hemos tenido que reconstruir la base de apoyo de una bomba, quitarla y fabricarla y colocarla en un entorno muy hostil, explosivo, con elevada concentración de ácido sulfhídrico, metano y todo tipo de bacterias y sin visibilidad. Ése es el reto».
Lamentablemente, las mujeres son escasas en el sector, aunque las hay. Esta empresa las ha tenido. La principal dificultad para ellas es el tallaje de los equipos, que están homologados, y no están adaptado a la fisonomía femenina. Suelen quedarles grandes y eso supone un riesgo para sus vidas.
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